“¿Cómo sé que Dios existe?
Yo le pido, pero la mayor
parte del tiempo, no me
concede lo que quiero.” ¿Te lo
has preguntado? He hablado con
muchísimas personas que comparten
esta inquietud, y me recuerda
un pasaje bíblico: “Pedís,
y no recibís, porque pedís mal,
para gastar en vuestros deleites.”
–Santiago 4:3

Partiendo de la premisa de que fuimos creados a imagen y semejanza de Él, podemos discernir que Dios tiene una personalidad, una manera de ser, con características distintivas, con gustos y tendencias. También podemos identificar que la relación que podemos establecer con Dios tiene cualidades similares a nuestras propias relaciones interpersonales.

1. Conócelo. Mi relación con mi papá no se trata sólo de yo pedirle cuando quiero algo. ¡Qué difícil es pedirle a alguien con quien uno no tiene confianza! Es el deseo de Dios concederte lo que necesitas, pero es su anhelo apasionado que le conozcas en el proceso. No le tengas miedo, acércate con la intensión de entenderlo; Dios no es un padre de “sí porque sí, y no porque no”. Él es fuente de sabiduría, y quiere compartirla contigo. Él quiere que entiendas la razón de ser de las cosas, Su propósito, para que aprendas, para que madures y crezcas. Cuando logramos entender Su propósito, entendemos Su voluntad, y al lograr esto, podemos pedir conforme a la misma. Debemos aceptar algo, y es que si Dios no nos concede algo, es posible que no nos convenga, o no lo hemos pedido con la actitud correcta. Dios conoce nuestras intenciones, y no pondrá Su mano en nuestra malicia.

2. Corrige. Muchos le temen a acercarse a Dios por este elemento esencial. “No quiero cambiar” es el refrán popular a la hora de decidir a favor o en contra de Dios. Así como Cristo se sacrificó por nuestro perdón y salvación, también provoca una muerte en nosotros al acercarnos. Pero no temáis, Él sólo quiere quitar de nosotros lo que no nos ayuda a crecer, a progresar, lo que nos atrasa: nuestra malicia, nuestro egocentrismo, nuestra corrupción y nuestra maldad. Es el precio que nos toca pagar. Él no nos va a conceder las bendiciones que nos corresponden hasta que no estemos listos para sostenerlas.

3. Obra y pide a favor de tu prójimo. “Venga a nosotros Tu reino”, es el deseo de Dios expandir su reino aquí en la tierra, y dicho reino es uno de amor. Muchos predican a Jesucristo y la salvación que hay en Él, pero no reflejan el amor de Dios en sus vidas. A veces provoca mayores resultados a favor de Dios, a favor de Su reino y a favor de nuestras propias vidas cuando pedimos y hacemos buenas obras, obras desinteresadas.

“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” –Mateo 6: 31-33

por Héctor Millán