Qué mucho nos puede afectar una palabra cuando sale del corazón… Frases como “soy especial”, “te amo”, “tú puedes”, “me decepcionas”, “no sirves” o “no te lo perdono”,  tienen el potencial para marcar una vida para siempre.

“Porque de la abundancia del corazón habla la boca” –Mateo 12:34

Es hora de crear conciencia. ¿Por qué decimos lo que decimos? En muchas ocasiones, aquél que hiere con sus palabras tiene a su vez un corazón herido. ¿Sabes quién se beneficia del perdón? Tú mism@. Esto no se puede prolongar más, tu paz depende de tu acción. Repite conmigo: “hoy es el día del perdón”. Voy a aceptar lo sucedido como lo que es: parte del pasado. Decido perdonar porque merezco la paz. El cargo de conciencia por el daño que hemos causado también influye sobre nuestras declaraciones. Decido pedir perdón porque necesito limpiar mi conciencia y mi camino.

“De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.” -Santiago 3:10

Caminaba por el pueblo de Coamo ayer por la mañana y vi una mujer que andaba con 3 niños. El más pequeño, que pudo haber tenido 5 años, se desvió hacia la panadería. Su mamá le gritó “estúpido”, “zángano” y 2 palabras más que me da hasta vergüenza repetir por estos medios. Tomamos tan en poco el peso de nuestras declaraciones. El niño, mientras regresaba hacia su familia, mostraba gran tristeza en su rostro.

Cometemos delitos morales de esta índole al azar, sin darnos cuenta; y la mayoría de las veces, sin que se nos llame la atención por hacerlo. Es hora de crear conciencia. En tu lengua está el poder para bendecir, para apoyar, para ayudar, para sostener, para combatir, para levantar, para reforzar, para compartir, para aconsejar, para consolar, para edificar… en fin, si hablas con amor, amor, en cambio, recibirás.

Bendecidos,

Héctor Alfredo Millán