He sido bombardeado con historias de éxito. Hace como dos semanas, fui al cine a ver The Social Network, que narra sobre el nacimiento y desarrollo del famoso facebook. La semana pasada, mi pastor me prestó el DVD Billy, the early years of Billy Graham. Finalmente, ayer vi Invictus, sobre parte de la vida de Nelson Mandela, por HBO. Cada historia de triunfo trae su propia raíz y causa, función de impacto social, reto(s) e inspiración.

The Social Network nos muestra la mente maestra detrás de la creación de la red social facebook, Mark Zuckerberg. Se le podría atribuir gran parte del éxito de dicha red a la manera en que ésta satisface necesidades humanas de conexión social a través de medios modernos. No debe sorprender que el ambiente que dio luz a la red estuviera cargado de la misma dificultad de su creador, programador y estudiante en aquel entonces de Harvard, para conectar en una forma tan natural como el amor. Según la película, había peleado con su amiguita especial por un comentario fuera de lugar, el cual provocó la terminación de la relación. Bajo el coraje y con la intención de retar autoridades institucionales, Mark creó un website que entraba a las bases de datos privadas de universidades y les permitía a los estudiantes locales comparar mujeres y escoger la más bella de dos en una sola pantalla. La noche en que lanzó ese portal, generó tanto tránsito que quebrantó los servidores de Harvard. Logró su objetivo: llamar la atención con un concepto que cambiaría la manera en que los seres humanos se conectan. También llamó la atención de ciertos estudiantes emprendedores de Harvard que tenían una idea y necesitaban un programador para desarrollarla. Zuckerberg elaboró la idea y la llevó a un nivel inalcanzable por sus diseñadores originales. ¿Robo de propiedad intelectual? Zuckerberg pagó las consecuencias en demandas multimillonarias, pero su sueño jamás murió, a pesar de que la chica que intentaba impresionar con su proyecto tal vez nunca le vuelva a hablar.

En Billy, the early years of Billy Graham, vemos cómo un hombre común se deja guiar por una pasión fundada en fe y vocación para lograr grandeza y vencer contra retos que entran en lo sobrenatural. Billy Graham fue un joven que, tal vez como muchos de nosotros en nuestros inicios, dudaba. Un día aceptó una invitación para escuchar a un evangelista predicar en vivo y se abrió a aceptar la voz de Dios que lo llamaba.

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Se dejó llevar por la curiosidad, el hambre espiritual, que había despertado en él. Ingresó la escuela de enseñanza bíblica local para conocer a profundidad a quien había identificado como el Maestro de la Creación. Al terminar sus estudios universitarios, fue invitado a dirigir un programa de radio. Aún sin experiencia, aceptó. A través de ese programa y su misión, impactó la comunidad a tal nivel que fue invitado a dirigir una universidad y fue el rector más joven del área en la historia. En tiempos de genocidio y guerra, su compañero de milicia espiritual y mejor amigo fue abrumado por sentimientos de duda que dieron fin a su carrera como predicador del evangelio.  Billy fue confrontado por los mismos cuestionamientos inexplicables de lo divino, y su propia fe fue puesta a prueba. Llevó sus dudas a la cruz y después de un clamor genuino, escuchó cómo la voz que lo llamó le explicaba Su voluntad y lo guió hacia la realización de una vida de amor e impacto.

Nelson Mandela fue encarcelado por 27 años por defender los derechos de los africanos contra la opresión del hombre blanco. Invictus narra sobre el tiempo en el cual Mandela es liberado y gana la presidencia en la primera elección en la cual los negros podían participar en Sur África. En sus manos fue puesto el poder para oprimir al hombre blanco residente de su nación y ejecutar la venganza que tanto anhelaban las tribus locales. Sin embargo, renunció a la tentación a través de acción en el espíritu contrario: un esfuerzo por unir al pueblo con amor y justicia para levantar la nación. Identificó la pasión del blanco por el deporte del rugby y luchó contra obstáculos sociales para lograr que el equipo local uniera al pueblo al superarse y alcanzar victoria a nivel del Rugby World Cup. Mientras se sobrecargaba de labores presidenciales, sufriendo en ocasiones desgastes físicos, no desvió su enfoque del equipo local y encontró la manera de inspirar a su capitán, que a su vez provocó la inspiración de sus jugadores.

Cada protagonista diseñó su propia ecuación que le produjo el éxito. Trátese de desamor, fe o amor de patria, inspiración es el denominador común en cada fórmula. Hubo una escena en Invictus en la cual el Presidente Mandela le pregunta al capitán del equipo de rugby por sus estrategias para inspirar a su equipo, para provocarlos a apuntar alto hacia alcanzar grandeza. El capitán le contesta que utiliza su propio ejemplo, por medio del cual intenta proyectar un esfuerzo genuino por la excelencia en todo lo que hace. El Presidente lo felicita y comparte que mientras estuvo encarcelado, hubo un poema victoriano titulado Invictus que lo motivaba a dar el máximo en el día a día. El poema describe cómo uno mismo es el capitán de su propio destino.

Lo único que realmente nos detiene en esta vida son los límites que nosotros mismos nos mentalizamos.

por Héctor Alfredo Millán