ww.taringa.net

Un joven, a quien ustedes considerarían iluso, andaba recostado sobre el verde e ilustre campo mirando hacia el extenso e inmenso cielo, hipnotizado. Pasa su mejor amigo, íntimo y de confianza y lo ve en ese aspecto, a lo que ese mismo amigo no se puede resistir a comentar:

Amigo: “Mirar el cielo es como mendigar las esperanzas. Parecen maravillas a la distancia pero cuando te acercas no son ni el reflejo de lo que en realidad buscamos. No te dejes engañar por los sueños porque sino andarás dormido por toda una eternidad. ”

Y se retiró. El joven pareció ignorarlo, sólo le obsequió una sonrisa durante su partida. Pero las palabras estaban muy presentes en su corazón. El joven simplemente no iba a juzgarlo pues simplemente estaba tratando de ayudarlo con el poder del consejo. Luego se acercaban los padres del joven, sabios, estrictos pero con una gota de ternura:

Padres: “Otra vez mirando el cielo. No hay más nada que buscar. Seguirás perdiendo tu tiempo como siempre lo has hecho. No has entendido que en la vida hay que zarpar, como el viento que arrastra la vela del barco, viento que empuja el plumaje de las aves y asistiendo así la naturaleza del volar. Sí, volar. No deberías estar mirando el cielo. Deberías volar hacia él hasta tocarlo. Qué pena que conociendo como eres, si vuelas muy cerca del cielo eventualmente perderás la fuerza y caerás…”

Y se retiraron. El joven pareció repudiarlos, sólo les obsequió una mirada perdida y silencio durante su partida. Las palabras estaban siempre ardientes en su corazón. El joven simplemente no podía juzgarlos, después de todo ellos quieren lo mejor para él. A lo que entonces se le acerca un extraño:

Extraño: “Una vez miré al cielo como tú. No encontraba nada. Quizás no miraba bien o no miraba en absoluto. Por un tiempo vi la luz pero luego se apoderaba la obscuridad. Sentí ganas de gritar pero a la vez sólo quería descansar. Confuso, ¿no? Qué interesante e impresionante pero a la vez nulo y aburrido. ¿Será Dios cuidándonos o el Diablo preparándonos para un surtido?”

Y se retiró. El joven pareció ahuyentarlo, sólo le ofreció su lástima durante su partida. Las palabras, el joven trataba de olvidarlas pues no había tiempo para dudas. A pesar de todo el joven no debía juzgarlo, después de todo él estuvo una vez en el mismo lugar del extraño. Finalmente se le atraviesa una hermosa chica en su línea de visión hacia el cielo:

marian696.spaces.live.com

Chica: “¡Qué majestuoso galán! ¿Y puedo preguntar qué tanto buscas en el cielo que siempre lo estás mirando? ”

Joven: “Nada. Sólo te estaba esperando.”

Y juntos se retiraron. No podía juzgarla porque él sabía que ella siempre se tardaba…

por Sergio Hernández Velázquez