Hace años no conocía al Jesús que conozco hoy.  Conocía de nombre un Dios lejano, distante e inaccesible.  Pero eso cambió un día en medio de una situación sumamente difícil, en ese momento recibí una invitación  a entregar mi vida a Jesús.  Aún sin saber a ciencia cierta lo que hacía, lo hice. Confesé con mi boca a Jesús como mi Señor y Salvador, y mi vida es otra.  ¡Gracias Señor!

Los Salmos son cánticos que se encuentran en el medio de La Biblia. Contienen pensamientos profundos que se identifican con situaciones que nos afectan en diferentes etapas de la vida.

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El Salmo 24:3 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón… Existe una respuesta a cada pregunta que te haces, existe una razón para cada situación que vives. Busca en el lugar adecuado tus  respuestas y Él te las dará.  Confesar tu necesidad y dependencia de Él es el primer paso.  En este Salmo tienes otra clave: limpio de manos.  Nacemos con una naturaleza pecaminosa e inclinada a actos perversos.  Confiesa tus pecados (Prov. 28:13).  El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

Es una tarea diaria y difícil.  Confiesa a diario a Dios tus faltas, pide liberación de tentaciones como reza El Padre Nuestro, pide ser librado de tentación.  El Señor Jesús es la fuerza liberadora. Deposita  tu confianza en Él, aleja tu alma de cosas vanas (S 24:4), no jures con engaño y recibirás bendición de Jehová, justicia del Dios de salvación.

Todos tenemos la misma oportunidad, la oportunidad de cambiar el rumbo aquí en la tierra. Ábrele la puerta de tu corazón, vivirás la vida abundante que Él prometió y mejor aun, lo veras cara a cara cuando cruces el umbral de la vida a través  de la muerte.  Entonces tendrás la oportunidad de pararte frente a Él.