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Nacemos sin saber,  sin esperar, sin soñar, sin ninguna expectativa. Con el pasar del tiempo nos vamos trazando metas pequeñas y cuando tenemos la edad suficiente surge un sueño. Algo lejano, tan grande, pero tan maravilloso, que al pensar en ello produce alegría. Y como se suele decir: “donde está nuestro corazón allí está nuestro tesoro”. Así que decidimos dedicar nuestra vida, nuestros recursos, nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, en aquello que soñamos una vez.

La mayoría de los sueños sólo parecen posibles para el soñador y es allí donde comienza la batalla para tratar de ir contra la corriente, donde comienza a aterrarnos la idea de que no se pueda cumplir. Es allí donde comenzamos a dudar y la mayoría de las veces comenzamos a buscar opciones alternas: más sencillas, más “reales”, menos originales, más creíbles, pero más insignificantes. Un sueño es capaz de llevarnos a hacer cosas inexplicables, a pasar mucho trabajo, mucho sufrimiento y soledad. Un sueño es el motor que nos hace seguir viviendo porque hemos visto algo mas allá de lo que estamos viviendo.

Creo que tengo el mejor ejemplo para ilustrar esta realidad. Mis suegros siempre le aplaudieron las ideas y la creatividad a quien es hoy mi esposo, y eso lo que hizo fue que se desbordara su creatividad, su valor y su iniciativa constantemente. Hace algunos años tuvo un sueño muy grande, a decir verdad yo misma no le veía realizable, pero él sí y puede que sólo él sí. Hacer la Revista Lo Esencial  parecía una locura, prontamente hizo un listado de todo lo que necesitaría para lograrlo y comenzó el proyecto. Lo he visto ir a la calle comercio por comercio para vender anuncios, lo he visto orar a Dios, lo he visto días enteros trabajando con el contenido de la Revista y vi también cómo las primeras ediciones representaron una perdida para él más que una ganancia; de todos modos eso no fue suficiente para detenerlo. El momento donde el ánimo comenzó a decaer, donde los números hablaban más fuerte, donde se recibía más rechazo, fue en el momento donde tomó más fuerza.  Doblegó sus esfuerzos, reinventó nuevas estrategias y comenzó a ver de nuevo con claridad aquel sueño.

¿Por qué pasar todo este trabajo? Porque él sabe que está a punto de lograrlo, porque si se retirara en este punto de la historia habría mucho que se habrá perdido… en cambio si continúa lo logrará. Sucede lo mismo con cada uno de nosotros, posiblemente estemos más cerca de la meta de lo que podemos ver. Los sueños nos aseguran ganas de vivir cada día. Lo que has soñado no es una locura, es tu destino. Sé que pronto les escribiré para dejarles saber como lo ha logrado.  Me gustaría conocer también sus historias de éxito. Utilicemos cada momento de desánimo para reinventarnos. Éxito!

Por Jesmarie Meléndez