Cada persona vive de acuerdo a sus expectativas, sueños, ambiciones y experiencias.  Yo no soy diferente así que yo también enfrento las situaciones de la misma manera.  A través de los años he reaccionado a los problemas unas veces con actitud positiva, mientras que otras veces lo he hecho con pesar.

Es importante recordar que las cargas, sufrimientos y enfermedades son parte de la vida.  Como actuemos ante ellas hace la diferencia.  Los problemas que tenemos tienen su raíz en tres fuentes diferentes.

  1. Situaciones provocadas por nosotros mismos
  2. Situaciones provenientes de la mano de Dios
  3. Situaciones provenientes de la maldad

Sin importar cuál sea la causa de tu situación hoy, ¿cómo la vas a enfrentar? ¡Es lo que realmente cuenta!

Contar con un buen amigo en los momentos difíciles hace una gran diferencia.  Jesús, nuestro Señor, es un buen amigo, de hecho el mejor cuando necesitas fuerzas para salir adelante y resolver situaciones que pudieran ser más grandes que tú.  Él no promete eliminar tus dificultades, sí promete ocuparse de ellas y ayudarte a llevar esa carga.

Conozco personas que enfrentan enfermedades dolorosas, terminales en ellos o en un ser amado, otros que viven con hijos inválidos,  muertes que no tienen explicación. Es angustioso enfrentar este tipo de pruebas, son a largo plazo, pero los que creemos en Jesús sabemos que no nos toca a nosotros manejar estas situaciones con nuestras fuerzas.  Dios ha prometido tomar nuestras cargas y llevarlas por nosotros.

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¿Qué significa esto? Es una invitación personal que Él nos hace a buscar  y encontrar renovación en Él (1 Juan 5:3).  Sería mucho más sencillo evitar situaciones dolorosas, pero el Señor sabe que cada situación, sufrimiento, dolor  y todo aquello que no somos capaces de manejar conforma el terreno idóneo para buscarlo, encontrarlo, para crecer nosotros y mostrar cuanto dependemos de Él.

¿Cómo podríamos conocer a Jesús como el que lleva nuestras cargas, sino las tenemos?  Muchas situaciones que en su momento pensé eran muy pesadas, hoy las recuerdo y sé que sin ellas no sería quien hoy.  Gracias Señor por todas las vividas y porque, aunque lo pedí, no las quitaste de mi camino.

Nuestro Señor nos dice en Mateo 11:28-30

  1. Humillarse, hay que reconocer que tenemos un problema y que no sabemos qué hacer. Refugiarnos en alcohol, drogas, comida, u otros pecados no resuelve nada. El mal llamado “happy hour” solo puede agrandar tu problema añadiendo otros.  Jesús dijo vengan, y llegar a Él significa echar a un lado el orgullo.
  1. Someterse, Él ha prometido ayudarte con el problema, caminar y halar, prometiendo Él llevar el peso. Ahora es menester darle el control a Cristo, tus pensamientos, la forma de actuar y de responder a situaciones deben ser sometidas, todo tu subordinado a Cristo y verás tus situaciones encogerse hasta desaparecer.
  1. Aprender del  Señor.  Para humillarnos y someternos primero es menester conocerlo, luego aprenderemos a obedecer.  La razón por la cual nuestras cargas parecen no desaparecer es que decidimos hacer nuestra voluntad.  Para poner fin a muchas situaciones es necesario decidir cambiar conductas.
  1. Confiar. El peso que sentimos causa fatiga, desanimo, irritabilidad, ira y muchas otras cosas.  Nuestro amoroso Padre ofrece alivio a los trabajados y cargados.  No significa sentarse y no ocuparse, significa ver la situación con otros ojos.  La luz de Cristo, Sus promesas, Su poder te permitirán enfrentar y seguir adelante.  Confía en Dios y Él aliviará tu carga (Salmo 55:22).

Este es el día que El Señor ha hecho, me alegro de poder compartir este mensaje inspirado en un artículo de la revista En Contacto.  Jesús ofrece hoy la salida a tu situación Su yugo es liviano y promete levantarnos. Permítele hoy tomar el peso de tu carga, nunca ha sido Su intención que lo lleves solo.  A cambio el te promete el gran poder del cielo, el Espíritu Santo, que te capacitará para enfrentar lo que se te presente.  Entrégale hoy primeramente tu corazón sino lo has hecho, pídele perdón por tus pecados y tu forma de vivir y decide vivir humillado a Él, sometido, aprendiendo, confiando y amándolo.

Que Su Santo Espíritu resplandezca en tu vida y en la de los tuyos.  Bendiciones.

Nydia