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En estos tiempos, muy poco se sabe sobre la identidad porque se ha escondido detrás de peinados ostentosos, ropa excéntrica y estilos de vida lejos de lo corriente.  Según la Teoría del Desarrollo de la Identidad de Erikson, la búsqueda de la identidad comienza en la adolescencia, se trata de que el individuo pueda reconocer sus fortalezas y debilidades y que pueda determinar cómo lidiar con ellas. Parecería sencillo, pero el hecho de que muchas personas no lo logren, como veremos más adelante, hace que se note una ligera dificultad en esta tarea.

En Búsqueda de la Identidad

Hay tres preguntas que son cruciales a la hora de encontrar la identidad propia:

  1. ¿De dónde vengo?
  2. ¿Quién soy?
  3. ¿En qué me quiero convertir?

Aparentemente la generación anterior no está siendo el  mejor ejemplo para fomentar la búsqueda de la identidad. Esta nueva generación busca desesperadamente satisfacer los sueños frustrados e incumplidos de sus padres, privándose así de tener la posibilidad de encontrar su identidad y a su vez utilizarla para formar sus propios sueños. Esto se ve ahora en las universidades, donde ha aumentado la matrícula de personas de mayor edad que reingresan a estudiar su recién encontrada pasión luego de estar varios años trabajando en áreas que nunca les interesaron. Entre la juventud se ve en la alta incidencia de bajas universitarias y malas notas por falta de interés en los programas escogidos.

Es en medio de la confusión donde entran los amigos jugando el rol de definir quién cada uno es. Esa información la utiliza el individuo para ir contestado la pregunta: ¿quién soy? En esta etapa es que surge la obsesión por la aprobación de los demás e incluso de conocer cómo se ven ante los ojos de otros.

La búsqueda de la identidad envuelve el establecimiento de un auto-concepto significativo donde el pasado, el presente y el futuro se unen para formar un todo.

¿Para que la identidad?

La identidad permite un sentido de conocer hacia donde nos dirigimos y nos ayuda a valorar las personas que verdaderamente son significativas.

Erikson entiende que aquellos atraídos a conductas delictivas tienen un sentido pobre de lo que es la identidad, tienen una baja autoestima, dudan de sus destrezas vocacionales y son incapaces de resolver tareas. Además, cifras de suicidio en adolescentes se han correlacionado con la falta de identidad.

Hacer lo propio…

Es sumamente importante encontrar un sentido de continuidad. Es decir, sentir que nuestro pasado y nuestro presente están ligados para alcanzar algo mucho más grande en el futuro, algo por lo que nos apasionamos. Este sentido de identidad o de continuidad no lo da la sociedad, ni la madurez; sólo se obtiene a través del esfuerzo propio e individual. Cuando no se desea actuar activamente en la búsqueda de la identidad, se corre el riesgo de convertirse en una persona aislada, confundida o sentirse fuera de grupo. Es por eso que las personas tienden a defender su “identidad” con aspectos del lenguaje, con los peinados o con la ropa, como un mecanismo de defensa ante el riesgo de desaparecer o pasar por desapercibidos ante la sociedad. Tratan de agarrarse a algún estilo, algo llamativo y fuera de lo normal para hacer una declaración pública de existencia, esto hasta que al fin logran alcanzar su verdadera identidad.

Lo que puedo hacer hoy

  1. Lo primero que debemos hacer es reconocer nuestras fortalezas y debilidades. No está mal tener debilidades, lo que está mal es no querer reconocerlas y luego salir frustrados porque no podemos lograr alguna tarea. Tampoco es justo que descartemos habilidades o destrezas sin haber intentado varias veces, porque si resulta que son fortalezas no reconocidas, no serán utilizadas y cada herramienta que tenemos en nuestras manos es para ayudarnos en alguna etapa de la vida.
  2. Luego contestemos las preguntas “¿Quién soy?” y “¿Quién quiero ser?”: Estas preguntas las podemos contestar nosotros mismos dependiendo en la etapa de la vida en que nos encontremos. Pero si reconocemos que no somos justos con nosotros mismos, pregúntale a personas cercanas: “¿Qué crees de mí?”
  3. Por último comencemos a hacer una conexión entre nuestro pasado, presente y futuro. Tomemos en cuenta los sucesos importantes de nuestra vida y lo que estamos viviendo hoy para ver cómo se relacionan y si en definitiva están relacionados a lo que nos apasionaría hacer en el futuro. El sentido de dirección íntegro a nuestros deseos será la señal de que estamos en camino de hallar nuestra identidad.

Lo que se necesita para alcanzar un sueño grande es una persona apasionada con una meta y posteriormente un plan.

Por Jesmarie Meléndez