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            “Siempre debe aspirarse a más” es una de las frases que más escuché mientras crecía. Así que siempre quise ser mejor, llegar más lejos, lograr cosas que los demás no pudieran lograr. Con el dinero sucede lo mismo. Tengo un hermano menor que entendió muy bien lo que significa ahorrar, no gastar en cosas innecesarias, etc. Así que por alguna razón, él siempre tenía dinero y yo no, ¡increíble! A pesar de que yo tenía más ingresos que él, en momentos de emergencia, él siempre podía resolver, yo sin embargo tenía que abstenerme de hacer  cosas o simplemente admitir avergonzada que no tenía dinero.

Los ingresos no aseguran la calidad de vida

A medida de que iban aumentando mis ingresos, comenzaba a planificar cómo utilizaría cada porción del dinero para darme algunos gustos que anteriormente no había podido. “Después de todo uno trabaja para poder disfrutar“. Hice cosas que me hacían feliz: durante la semana comía fuera del hogar todos los días y en algunas ocasiones dos veces al día, comencé a comprar ropa un poco más cara, carteras que nunca llegue a utilizar, zapatos que ni siquiera me medía en las tiendas, revistas, manicuras, salía con  mis amigas al menos tres veces en semana y cuando el dinero se acababa usaba la tarjeta de crédito pensando que cuando el dinero volviera a llegar se pagaría y seguiríamos adelante con nuestras vidas perfectas. A todos estos gastos había que añadir los gastos cíclicos como la gasolina, el pago del teléfono, las reparaciones al vehículo y otros muchísimos gastos que vienen con la responsabilidad.

¿Cuál es el error?

El primer error estriba en comprometer cada centavo en las actividades actuales que se realizan, sin pensar en sacar una partida de dinero para las emergencias. Todos queremos elevar nuestra calidad de vida, pero esto debe hacerse de forma organizada y con mucha planificación.

El segundo error se encuentra en el descontrol. Darle rienda suelta a todos nuestros deseos sin pensar en las consecuencias siempre ha sido un error que se menciona desde los tiempos bíblicos con el concepto “libre albedrio” y con los pasajes bíblicos como: “todo me es permitido, pero no todo me conviene”.

El tercer error fue exceder el límite del dinero que se podía gastar con el uso de la tarjeta de crédito. La forma más sabia de utilizar las tarjetas de crédito es utilizándola solo por una cantidad que sabemos que podremos saldar en un lapso de tiempo menor a un mes.

Cuarto error: no se tenía un plan para utilizar el dinero, ni una meta. No había ninguna motivación para ahorrar.

Aumenta tu calidad de vida sin preocupaciones económicas

El aumentar nuestra calidad de vida o nuestro nivel socioeconómico depende de dos posibilidades: aumentar los ingresos y/o reducir los gastos. Si la opción más inmediata fuera aumentar los ingresos, debes tener en consideración que tus gastos no deberían exceder el 50% de tus ingresos y otro 10% debe ir a una cuenta de ahorros. Esta ecuación básica te permite vivir con el 90% de todo lo que ganas, permitiendo que subas tu calidad de vida pero no hasta el límite, así estarás mas tranquil@ si ocurren improvistos como la pérdida del empleo.

Si nuestra opción inmediata fuera reducir los gastos, entonces nuestro estilo de vida se verá un poco apretado durante algunos meses, pero luego se verán los resultados de haberse adaptado a una calidad de vida más limitante y haber logrado ahorrar un poco de dinero. Luego se pueden planificar salidas, compras y otras cosas de interés.

La forma en que manejamos nuestro dinero, nos muestra un patrón de cómo manejamos el resto de las cosas en nuestra vida. Préstale Atención.