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Necesitamos diferentes tipos de alimentamos para las diferentes áreas de nuestras vidas. El más obvio es el alimento de nuestro cuerpo: frutas, vegetales, carnes, dulces 🙂  etc. Lo que alimenta nuestra parte almática es todo lo que nos genera emociones placenteras: amor, cariño, calor de hogar, caricias, reconocimiento, éxito, estabilidad, etc. Alimentar nuestro espíritu es un poco más complejo, porque esta comida no se cosecha en la tierra ni de nuestras interacciones sociales.

Nuestra necesidad espiritual se manifiesta a temprana edad en varias formas: curiosidad por el concepto de Dios, maravilla ante las plantas, animales y naturaleza general de la creación, inclusive la inocencia de los niños los hace mas receptivos a experiencias espirituales como escuchar la voz de Dios y sentir la presencia del Espíritu Santo. Aun después de conocer sobre la crucifixión de Jesús y haberlo recibido como nuestro Señor y Salvador, podemos caer en sentir un vacío si no recibimos alimento espiritual. Este vacío nos puede llevar a sentir que nada relacionado a Dios hace sentido. La confusión subsiguiente puede llevarnos a una muerte espiritual peor que el estado de ignorancia que vivíamos antes de convertirnos.

Renacimiento y alimento de una vida nueva

Entre los versículos 35 y 43 del 5to capítulo del Evangelio según Marcos, se narra la resurrección de la hija de Jairo, el principal de la sinagoga. Según las Santas Escrituras, su hija tenía 12 años y había muerto. Jesús fue a la casa de Jairo con algunos discípulos “y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme.” (Marcos 5:39)

“Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.” (Marcos 5:41-43)

¿Por qué le dijo que se le diese de comer? Una contestación obvia: si no come, se vuelve a morir. Pero bien sabemos que Jesús mismo fue tentado por Satanás a que convirtiera las piedras en pan en el desierto, a lo cual Jesús respondió recitando Deuteronomio 8:3: “no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de los labios del Señor”. En el momento de la tentación y prueba de Jesús, El reconoció que necesitaba más alimento para su espíritu que para su cuerpo para poder obtener las fuerzas necesarias para resistir y perseverar. Entonces la hija de Jairo, si había acabado de ser resucitada, si había acabado de experimentar en primera persona un gran milagro, ¿por qué necesitaría alimento espiritual? Aquí aplicaría la misma contestación: si no come, se vuelve a morir.

La vida espiritual se basa en la fe, la muerte espiritual se basa en la duda. Somos bombardeados constantemente en la tierra con mensajes de duda, desespero, desesperanza, odio, rencor, violencia, libertinaje, abuso e injusticia. ¿Cómo hacer para que estos mensajes no contaminen nuestros corazones? Contrarrestándolos con la verdad. La verdad es muy clara y está plasmada en las Santas Escrituras para servirnos como manual de instrucciones y fuente de esperanza. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).

Cómo funciona

Al aplicar los principios espirituales revelados a través de la Biblia en nuestras vidas, los ponemos a prueba. Dentro de poco nos comenzamos a percatar de la gran verdad que nos espera, como un tesoro, en cada página de la Biblia. Vemos que es precisamente el proceso de probar cada principio y ver su fruto que nos alimenta la fe, pues vamos clasificando mentalmente cada porción bíblica como la verdad cada vez que algo nos funciona. El proceso es algo similar a esto:

  1. Leemos la Biblia y encontramos un principio en alguna ley o en el desenlace de alguna de las historias
  2. Lo ponemos a prueba, aplicándolo en nuestras vidas
  3. Vemos el resultado
  4. Pensamos “OK, funciona. Es verdad.”
  5. Seguimos leyendo y se repite el proceso una y otra vez.

Cada vez que se repite el proceso, archivamos otro principio poderoso en nuestra memoria y cada vez la Biblia se hace más verdadera en nuestras vidas. Esto hace que la Biblia sea como un motor que nos mueve y guía hacia mayor verdad y vida, de forma poderosa y viva. Es por eso que Hebreos 4:12 dice:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.”

La Palabra es alimento y vida

Recibimos muchos mensajes negativos a través de los medios, las noticias, películas y programas; historias tristes que nos cuentan personas cercanas parecen rodearnos. Todo esto puede abrumarnos y hacernos dudar. Tener un buen abastecimiento constante de la Palabra de Dios puede combatir toda duda, pues la Palabra es la verdad, y la verdad siempre es útil para aclarar y echar fuera toda duda y confusión. Es por esto que yo leo por lo menos un capítulo de algún libro de la Biblia todos los días. Me funciona.

“Y este es el mensaje que hemos oído de El y que os anunciamos: Dios es luz, y en El no hay tiniebla alguna. Si decimos que tenemos comunión con El, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad; mas si andamos en la luz, como Él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado.” -1 Juan 1:5-7