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Ciertamente, el amor de muchos se enfría. Y yo lo sé, es difícil perseverar. Es difícil mantener el ánimo y la pasión por la fe al pasar de los años. Pero, ¿por qué es tan difícil?  Tengo amigos que tienen ese primer encuentro con el Caballero de la Cruz, se apasionan y toman muchísimas decisiones de cambio en ese primer amor, pero luego se enfrían. En las iglesias a veces se ven bajas dramáticas en la asistencia. Yo mismo he experimentado tiempos, a veces periodos muy prolongados, de desánimo y falta de interés en mi crecimiento espiritual. Te contaré mis hallazgos y luego compartiré contigo lo que mi pastor y yo hemos encontrado que son las únicas 3 cosas que debe hacer un cristiano para poder perseverar.

Porque nos enfriamos

Podría haber muchísimos factores influyentes en nuestro ánimo espiritual:

  1. Falsas expectativas: Muchas veces las personas se convierten a Cristo y piensan que se acabaron sus problemas porque en la Biblia dice que “con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas” (2 Crónicas 32:8). Es verdad, debemos confiar plenamente en Dios y en su poder pero se nos olvida que cuando Jesús fue bautizado por Juan, lo primero que le sucedió fue que “fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo” (Mateo 4:1). Antes de que el ministerio de Jesús comenzara formalmente, tuvo que pasar por un proceso de gran prueba. Siguiendo el modelo de Cristo, nosotros también entramos a un proceso de prueba al convertirnos, ya que luego de recibir a Jesús como nuestro salvador, recibimos al Consolador, al Espíritu Santo que nos guía a un proceso de purificación, así como hizo con el Maestro. El desierto es tipo de prueba, y el Espíritu Santo que ahora habita en nuestros corazones es Santo y anhela la santidad y pureza. Por ende, nos impulsará a un proceso de purificación para limpiarnos de malas influencias y hábitos. Muchos son sorprendidos por este proceso y su posiblemente abrupta intensidad. Si mi vida estaba muy desordenada a la hora en que fui encontrado por Dios, podría ser abrumado por la cantidad de decisiones difíciles que debo tomar para poder poner mi vida en orden.
  1. Inconsistencia de líderes: Si mis líderes me enseñan principios Bíblicos en la iglesia pero luego en el diario vivir veo que no viven por ellos, esto creará una dicotomía en mi mente muy  confusa que me puede llevar a dudar de todo lo que me han enseñado. Lo contrario a la fe es la duda. La duda tiene el potencial de detener por completo mi proceso de búsqueda espiritual. Aquí es muy importante entender y mantener mente abierta hacia el hecho de que somos todos humanos que estamos en un constante proceso de crecimiento y desarrollo espiritual, cuyo proceso está, a su vez, lleno de pruebas que nos pueden hacer caer. Esto incluye a nuestros líderes.
  1. Mala dieta espiritual: El ser humano es cuerpo, alma y espíritu. El cuerpo se alimenta con comida saludable, descanso y ejercicio. El alma se refiere a todo lo relacionado a nuestras emociones y aunque todo el procesamiento cognitivo se da en el cerebro, se debate entre si lo almático se trabaja desde la mente o el corazón. Como quiera, alimentar nuestras emociones se basa en tener experiencias que nos llenen de paz y satisfacción: relaciones interpersonales saludables, progreso y desarrollo profesional, seguridad y estabilidad, etc.

El alimento del espíritu, aquí es donde nos complicamos la vida muchísimo. Con lo primero que muchos nos complicamos es con tratar de salvar al mundo entero en un día. Queremos que todos los que nos rodean se conviertan a Cristo en un segundo y nos frustramos si no sucede, ¡tras todo lo que les decimos! Les podemos recitar 100 pasajes bíblicos pero si no les hemos dado tiempo para ver lo Dios ha HECHO en nosotros, difícilmente lo creerán. Con lo otro que nos complicamos es con pensar que Dios está en todas partes, así que podemos seguir haciéndolo todo normal, igual que antes, y de igual forma Dios nos llenará. ¿Cómo por fotosíntesis? Erróneo.

Discutamos las 3 cosas que debe hacer un cristiano para alimentar su espíritu y poder perseverar:

  1. Leer la Biblia: “Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). ¿Vez que hay una relación entre la fe y la Palabra de Dios? Es bastante lógico:

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La “realidad” es relativa, yo tengo mi realidad y tú tienes la tuya. “Verdad”, solo hay una. Todo lo que hemos aprendido de nuestra familia, vecinos, amigos y compañeros de estudio y trabajo, todo eso forma nuestra realidad hasta el día de hoy. Somos confrontados con la verdad cada vez que leemos una porción bíblica y nos percatamos de que se nos enseñó todo al revés. Pensábamos que mentir no estaba tan mal, pues “son mentiras blancas”. Pensábamos que robar no estaba tan mal, siempre y cuando fuera al gobierno o a alguna corporación multinacional. Pensábamos que podíamos salir y acostarnos con cuanta gente nos encontrábamos, y que no habría consecuencia mayor. Pensábamos que podíamos hablar mal de otros y que todo estaría bien, son solo unos “chismecitos”. De repente, al comenzar a leer la Palabra de Dios, aprendemos el peso real de nuestras acciones. Aprendemos principios espirituales con ejemplos históricos y nos comenzamos a ver identificados en los errores que cometieron muchos que vivieron antes que nosotros, ¡mucho antes que nosotros! Seguimos leyendo y vemos cómo Dios hizo justicia en esos casos y cómo nuestras propias vidas pueden ser enderezadas también. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, y las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Primero me corta a mí y me ayuda a corregir, luego la puedo usar para defender a otros de sus propios errores.

Además, mantenernos constantemente leyendo la Biblia, y por ende la Verdad, nos protege de caer en confusión cuando seamos abrumados por pruebas y conflictos. No habrá manera de desanimarnos y dudar de lo que Dios ha dicho si constantemente te lo está recordando.

  1. Orar: Los principios aprendidos en mis lecturas bíblicas son los que yo luego le presento a Dios en oración para que El me ayude a mejorar, así que la Palabra de Dios guía mis oraciones y me guía a mí hacia la realización de su voluntad, que es buena, “agradable y perfecta” (Romanos 12:2). ¿Tú no anhelas cosas buenas, agradables y perfectas en tu vida?
  1. Servir: En el servir es que todo lo anterior cobra sentido. He escuchado decir que “el que no sirve, no sirve”. Sigamos siempre el modelo de Jesús, quien “no vino para ser servido, sino para servir” (Mateo 20:28). Jesús fue uno que hizo mucho en servicio a otros: les enseñaba, les daba de comer, los levantaba, los sanaba y los corregía. Y muchos de nosotros sentimos pasión por alguna o todas estas cosas, pero cuando los principales sacerdotes le preguntaron a Jesús en el capítulo 11 de Marcos que con qué autoridad El hacia estas cosas, Él les preguntó si el bautismo de Juan era del hombre o de los cielos. Ellos no le supieron contestar, pero el hecho de que el Maestro les contestara su pregunta llevándolos al momento de su propio bautismo, indica una relación entre la autoridad y la cobertura espiritual, y te explico:

El ministerio formal de Jesús no comenzó hasta que fue bautizado en el rio por Juan, luego de ahí pasó a su proceso de preparación en el desierto y LUEGO a hacer muchísimos cosas extraordinarias y grandes obras de servicio. Todo comenzó en el momento de sometimiento al orden establecido por Dios, el momento en que Jesús reconoció a Juan y al bautismo como autoridad y requisito para que se cumpliera la profecía.

Hay un orden establecido

No podemos saltar los pasos. Antes de salir a comernos al mundo y a ganarnos mil almas en el nombre de Jesús, debemos reconocer y someternos a nuestras autoridades espirituales, necesitamos cobertura espiritual, necesitamos dejarnos ser pastoreados y dirigidos. Necesitamos  aprender a orar, necesitamos saber por qué orar. Todo esto y más lo adquirimos al leer la Biblia.

Llénate de conocimiento y sabiduría celestial, matricúlate en clases de Biblia y en discipulados, hasta que algún día puedas tú también enseñar a otros. Es ahí cuando todo cobrará sentido, cuando puedas dar por gracia de lo que por gracia has recibido, cuando puedas sentir la satisfacción de entender que sí hay algo más y que tú eres parte. Que con tu testimonio puedas transformar todo lugar donde estés, siendo luz en medio de las tinieblas.