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“Aquel día, cuando llego la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.” Marcos 4:35

A lo largo de nuestra vida surgen varios “aquel día” donde se marca un hito en nuestra historia, donde nos desviamos a algo mejor. He vivido la sensación en más de una ocasión y lo describo como de repente poder respirar aire más fresco, como ver todo a color, como redescubrir el propósito de la vida. No quiere decir que previamente no se estuviera corriendo con una visión o se anduviera perdido en el mundo; solo quiere decir que para el tiempo que estamos viviendo ha llegado la hora de una nueva revelación.

“Y se le apareció Jehová aquella noche…” Génesis 26:24

Por lo general escuchamos metáforas motivacionales como: “después de la tormenta viene la calma” o “la hora más oscura de la noche es justo antes del amanecer” y todas me parecen ciertas (de hecho ¿has notado que hermoso queda el cielo después de una tormenta? Ese es su propósito: limpiar el cielo.). Esas metáforas encierran nuestra capacidad de resiliencia. Resiliencia es la habilidad para sobreponernos a momentos de dolor emocional. En todos los contextos, resiliencia,  se trata de resistir. En el versículo previamente expuesto dice que cuando llegó la noche Jesús le dijo a sus discípulos pasemos al otro lado. La noche nos llega a todos; muchos pasamos décadas caminando en la noche y tropezándonos porque creemos que así estamos bien y que pronto pasará. Cuando esa es la actitud, aún no se ha llegado al límite. ¿Qué tiene de especial el límite? Que es un punto donde no se resiste más así que nos impulsa a pasar al otro lado; a lo desconocido. A lo que será nuestra Utopía para este tiempo; ese lugar temporeramente perfecto donde debemos estar.

“y descendió para librarlos de la mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel…” Éxodo 3:8

Pasamos al otro lado cuando ya nos queda pequeño el lugar actual.  Cuando comienza a anochecer en nuestra vida, cuando nos acomodamos a la rutina, cuando ya nada parece suficiente, cuando sentimos que se nos está acabando el aire. No sería necesario permitirnos llegar al límite si tuviéramos la consciencia de nuestra necesidad por conocer, crecer y vivir; pero mientras la desarrollamos el límite es el que se encarga de establecer los parámetros. Historias exitosas comienzan con una situación desesperada y un deseo de pasar al otro lado. Lo mismo sucede con nuestra relación con Dios. El congregarnos, el ser líderes, el ser pastoreado no nos eximirá de que la noche llegue a nuestra vida para llevarnos a dimensiones escondidas en Dios.

Pasemos al otro lado será una columna donde constantemente compartiremos información para apasionarnos por Dios y para pasar al otro lado de nuestra vida espiritual existente. ¿Estas list@?