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Un momento de silencio puede cambiar el curso de una conversación. Cuando tenemos que decirle algo importante a alguien, por lo general comenzamos dando rodeos. Hablamos de cosas menos importantes posiblemente para lidiar con la ansiedad. Hasta que de repente llega el momento más temido: el silencio. Indica que ha llegado el momento de ir a temas más relevantes. Así mismo pasa con Dios. Hay un momento llamado ‘selah’ que interrumpe la oración para llevarla a un nivel de profundidad superior. Un selah es un momento de silencio. El selah se encuentra en los salmos, se escribe en itálica a la derecha.

Primer Nivel de oración
Salmos 32:3-4:

Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano.   Selah

En estos versículos se ilustra como comienzan nuestras oraciones. Toda nuestra introducción trata sobre cómo nos sentimos. No está mal. Si lo estuviera, no se repetiría tantas veces en los salmos. El desahogarse es necesario, el hacerlo en voz alta nos hace un poco más conscientes de nuestra queja. Únicamente, en el desahogo no encontraremos fortaleza. Luego de desahogarnos, necesitamos un selah.

Segundo Nivel de oración
Salmos 32:7

Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
Con cánticos de liberación me rodearás.            Selah

Luego del primer ‘selah’ comenzamos a recordar las promesas de Dios. Ahí nuestro espíritu comienza a tomar fuerza. La comunicación con Dios se hace más directa. Orar se hace más fácil y hallamos paz porque recordamos lo poderoso que es Dios y sus buenos deseos para con nosotros. Muchos cristianos pasamos nuestra vida en este nivel. Pasemos al otro lado. El otro lado es el que hace la diferencia. Es a donde llegan ministros que Dios utiliza poderosamente. Es otro nivel de comunicación.

Tercer Nivel de Oración
Existe, aún, otro Selah. En este Selah es cuando muchas veces damos por terminadas las oraciones. Con todas las promesas en mente, nos llenamos de fortaleza otra vez, pero no esperamos las instrucciones. Este es el punto de la oración cuando Dios nos habla a nosotros.

Salmos 32:8:

Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos.

En este versículo Dios comienza a hablarle al salmista. Tres cosas importantes le dijo:
1. “Te haré entender”- se relaciona con el primer nivel de la oración. Dios nos hará entender el porqué de las cosas que nos suceden. Por qué nos sentimos así. Ese porqué nos hace estar tranquilos, descansar en Dios.

2. “Te enseñaré el camino que debes andar”- se relaciona con el segundo nivel de la oración donde Dios quiere indicarnos que porciones de la palabra son las que necesitamos en el momento.

3. “Sobre ti fijaré mis ojos”- se relaciona con el tercer nivel de la oración donde existen muestras de una relación más íntima, más personal, más estrecha. En este nivel es cuando las cosas espirituales comienzan a ser la norma. Cuando lo esperado se alinea a la palabra de Dios y a su buena voluntad.

Solo necesitamos hacer dos cosas que parecen antítesis para lograr este nivel de comunión: comenzar una oración y hacer silencio.