Imagen de www.newhopewestcovina.org

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Sabemos que muchas veces Dios utiliza las pruebas para impulsarnos hacia algún cambio: arrepentimiento, perdón, cambio de dirección, ambiente, conducta, manera de criar o administrar, o nos empujan hacia la realización de algún sueño o proyecto.

Hubo señales

Si lo analizamos bien, nos percatamos de que Dios nos había estado tratando de preparar desde un tiempo atrás. Nos había estado enviando señales de advertencia y enseñanzas útiles para el manejo de la situación. Recibimos quejas, o tuvimos confrontaciones, o escuchamos del tema en alguna predicación, o lo leímos en la Biblia, o aprendimos una lección valiosa en clase o en el caminar cotidiano (¿casualidad?), o sentimos la inquietud en medio de la oración, o sentimos en el espíritu un deseo de entrar en ayuno. Técnicas de preparación divina.

Tal vez un problema se había estado desarrollando lentamente desde hace tiempo y no lo habíamos querido reconocer.

La negación

No te culpes por haberlo negado. La negación es un mecanismo de defensa natural que psicológicamente utilizamos para protegernos. Originalmente identificada por Freud, la negación entra en acción en el momento en que nos percatamos de un evento amenazante. Hacemos como si no existiera para darnos tiempo de preparación antes de poderlo confrontar.

En el pueblo cristiano, la negación recibe un peso mayor ante el concepto del poder de la declaración de fe. Tendemos a atender las amenazas orando y declarando que no existen, echándolas fuera en el nombre de Jesús, o declarando que Dios pelea nuestras batallas por nosotros (“Te lo entrego Dios, tú lo arreglas”).  Definitivamente no niego que Él tenga el poder de hacer maravillosos milagros, pero esto nunca nos exime de la responsabilidad de ejecutar la acción que Dios nos pide por medio de la prueba. Un gran amigo y pastor tiende a exhortarme a “orar como si todo dependiera de Dios, pero obrar como si todo dependiera de nosotros”. O como dice la Palabra:

“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” -Santiago 2:26

Aunque hayas negado las señales o te hayas lanzado de cabeza hacia el reto, lo cierto es que cada situación merita un plan de acción único. Ante todo tipo de prueba, se requiere gran determinación para alcanzar el propósito.

Señor, ¿qué es lo que quieres hacer?

Pero hay pruebas que no demuestran una instrucción clara por ninguna parte. Son pruebas sin sentido (aparentemente). Llega el punto en que uno no tiene idea de lo que Dios quiere hacer. Pones en uso todas las estrategias espirituales en la base de datos mental. Haces todas las oraciones: la de fe, la de desespero, el clamor y ruego, la de agradecimiento, la declaración, la de humillación, la reclamación de promesas, la oración de Jabes… hasta la de la santa cena. Das todos los pasos, haces todas las gestiones. Se alcanza el punto de desesperación porque no se ve la enseñanza ni la instrucción.

Todas las pruebas, las de fe, purificación y santificación, preparación, misión y lanzamiento a propósito, requieren perseverancia. Requieren la determinación suficiente de permanecer hasta alcanzar el final, y con el fin, la enseñanza.

La enseñanza “escondida”

Dios no hace nada en vano. El viernes pasado le volvieron a hacer una colostomía a mi hijo de 5 meses, luego de habérsela quitado y reconectado el intestino con el colon 25 días antes. La primera colostomía se la habían hecho 4 días después de nacer. Le había reclamado a Dios por hacernos repetir esta prueba a mi esposa y a mí, luego de habernos emocionado con la idea de darle fin ya a este capítulo. “Ya habíamos pasado esta prueba, Señor. Y la aprobamos, con A.”, le peleaba. Y la verdad es que yo pensaba que la había pasado y que Dios nos había aprobado. Le dimos el cuidado adecuado. Nos mantuvimos sirviéndole, trabajando en la obra como ministros. Cumplimos con todas las responsabilidades. Pero ayer, mientras discutía esto con mi mamá, ella me contó que le dijo a Dios que ella la agradecía por la colostomía. Que si Él le guardaba la vida a mi hijo, ella le agradecería la colostomía.

Cuando nació mi hijo y nos enteramos de que tendrían que operarlo y hacerle una colostomía, lo menos que hicimos fue agradecer. Durante los 4 meses que estuvo nuestro hijo en casa antes de regresar al hospital para cirugía, amamos a Héctor Alejandro con todo nuestro corazón, pero jamás le agradecimos a Dios por permitir que se identificara el problema a tiempo y permitirnos una salida al chance de muerte. Al contrario, le reclamamos por no habernos dado un hijo completamente saludable. La colostomía fue un escape a la muerte. Mi hijo pudo haber muerto varios días después de nacer si no hubiera sido por eso.

La prueba evangelista

Las pruebas tienen la cualidad común de evangelizar por medio del proceso en sí. La calidad de tu perseverancia, tu corazón reflejado en tus actitudes y decisiones, tiene el potencial de ministrar a todos tus espectadores. Y créeme cuando te digo que muchos están pendientes para ver cómo reaccionas.

“Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz.” -Marcos 4:20-22

Fuiste llamado a ser luz. Por medio de las situaciones y los propósitos de Dios en tu vida, que ciertamente muchos traerán aflicción para pulirte hasta hacer de ti oro puro, será manifiesto delante de todos el cuidado que hayas tenido de la semilla sembrada en tu corazón el día de tu llamado. Muchos verán que Dios es real y que es luz cuando vean que lo que ha hecho en ti es real, cuando vean que ha depositado luz en ti.

Brilla. Nunca es tarde para arar, abonar y regar hasta hacer de tu corazón una tierra fértil que dé un fruto que glorifique al Creador, un fruto de luz.

Respira, te quedan capítulos por escribir. 

***Este podría ser el primer capítulo de un libro de Perseverancia que mi esposa y yo estamos escribiendo. ¿Cómo te parece? Puedes dejarnos saber en los comentarios abajo.