970944_10152035464100299_2081868408_nEste mes en nuestra iglesia es mes de sanidad interior. Este domingo pasado predicamos mi esposa y yo en la casa, y Dios nos dio una palabra especial que nos ayudó a entender el proceso de sanidad interior desde una perspectiva celestial.

Cabe resaltar que fue una semana interesantísima por demás, llena de batallas, como suelen ser esas en las cuales tenemos que hacer un trabajo fuerte para Dios. Al fin, todas las cosas nos ayudaron a bien, incluyendo la oposición espiritual que confrontamos (Romanos 8:28).

El mensaje de sanidad

El pasaje está en Juan 11, es la historia de cuando Jesús resucita a Lázaro. Un resumen:

Lázaro se enferma y sus hermanas, María y Marta, le enviaron comunicado a Jesús para que viniera. Jesús había ido antes a la casa de ellos, donde María lavó sus pies y los enjugó con sus cabellos, mientras Marta atendía la casa y la visita (al final de Lucas 10).

“Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro” -Juan 11:5

Nota interesante: El verbo “amar”, cuando fue escrito en este pasaje en el original hebreo, se traduce literalmente como amistad recíproca.

Cuando Jesús oyó de la enfermedad de Lázaro, dijo:

“Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” -Juan 11:4

Esperó dos días antes de salir hacia ellos. En este tiempo, supo por revelación del Espíritu Santo que Lázaro ya había muerto. Al llegar a ellos, Marta salió a su encuentro y le dijo: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará” (Juan 11:21-22). Marta fue a decirle a María que Jesús la mandó a buscar y ella, quien se había quedado en la casa desconsolada, salió hacia Él, se postró a sus pies y también le dijo: “Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano” (Juan 11:32).

“Jesús entonces, al verla llorando y a los judíos que la acompañaban, también llorando, estremeció en espíritu y se conmovió,” –Juan 11:33

“Jesús lloró.” –Juan 11:35

Lo llevaron al sepulcro, el cual era una cueva. Mandó a sacar la piedra, aunque le advirtieron del mal olor porque había muerto hace 4 días.

“Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” –Juan 11:40

Movieron la piedra. Jesús dio gracias al Padre por haberle oído, “y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11:43).

“Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies  con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.” –Juan 11:44

Primera Parte del Mensaje de Sanidad

Este pasaje describe la magnitud del amor de Cristo, su compasión (lloró), y cómo ese amor se mueve para realizar el mayor milagro de sanidad: resurrección después de muerto.

Habló el Señor a mi corazón:

La casa de los 3 hermanos, María, Marta y Lázaro, es representativa de 3 formas de vivir.

Marta: Cuando Jesús visitó su casa, ella estuvo tan consumida por las tareas del hogar que Cristo le tuvo que decir “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.” (Lucas 10:41)

Marta representa el enfoque que es principalmente en las cosas terrenales.

María: Durante la misma visita de Jesús a su casa, pasó el tiempo de contacto con Jesús postrada delante de Él, lavando sus pies con su cabello en señal de extrema devoción.

María representa el enfoque que es principalmente en la entrega a Dios, sin importar lo que suceda alrededor.

Lázaro: Éste no aparece en el capítulo 10 de Lucas. En esa visita a la casa de estos hermanos, Dios nos quiere presentar la diferencia entre los 2 extremos: afán por lo terrenal y devoción religiosa extrema. Viviendo en extremos, no hay espacio para el balance. Por eso no se ve a Lázaro en ese pasaje.

Lázaro representa el balance. En los capítulos 11 y 12 de Juan, Lázaro es claramente presentado como amigo de Jesús.

Significa que el balance estriba en la amistad con Jesús.

No hay espacio para ser herido en la estrecha amistad con Cristo.

La amistad con Jesús es el balance entre lo terrenal y la religiosidad. ¿Cómo se logra una amistad con Jesús? Reconociendo que vive, y que está  para ti. Al entender esto, nuestras oraciones cambian. Le hablamos, le pedimos, pero también le buscamos y le escuchamos. Luego del desahogo, esperamos su respuesta. Aquí es donde la persona del Espíritu Santo participa y trabaja, solo cuando le damos la oportunidad. Él nos muestra el corazón de Cristo y quema lo que hay en nosotros que no es de Él, como sacrificio en el altar.

Aprendemos de Cristo mediante la relación:

  • Cómo hablar con el Padre y cómo recibir instrucciones celestiales mediante el Espíritu Santo (Mateo 4:1)
  • Ser trabajadores (Juan 5:17)
  • Atender a nuestra familia (Juan 19:26-27)
  • Amor, templanza, mansedumbre, servicio (Mateo 9:36)
  • Una vida realmente espiritual (Mateo 14:23)
  • Entre muchísimas otras cosas que nos llevan a vivir de forma balanceada…

Segunda Parte del Mensaje de Sanidad: ¿por qué murió Lázaro?

¿Qué causó la herida?  Tanto Marta como María contestan esta pregunta cuando salen al encuentro del Maestro: Lázaro murió porque Jesús no estaba.

Analizando esta declaración, debemos reconocer que no se trata de la ausencia de Jesús. Cristo, quien es hijo de Dios, es también Dios, y es también omnipresente. El hasta supo que Lázaro había muerto antes de llegar. Pero el hecho de que ambas coincidieran en esta explicación denota una seriedad bíblica en la expresión: la ausencia de Cristo trae abundancia de muerte.

En este relato, y más aún en este tiempo, en el cual los hijos de Dios contamos con la disponibilidad del Espíritu Santo, el asunto no se trata de la ausencia de Cristo, sino de la distancia entre Él y nosotros. Se trata de la lejanía entre mi corazón y el de Cristo.

Lo curioso es que ambas María y Marta dijeron que la presencia de Dios pudo haber evitado la herida o enfermedad. Significa que en ambas formas extremas de vivir, el corazón se puede alejar de Cristo.

Podríamos pensar, naturalmente, que la persona que se enfoca solo en las cosas del mundo puede alejar su corazón de Jesús. Afanados con el trabajo, el mantenimiento de la casa, las relaciones, hijos, etc., olvidar a Dios es fácil. Aún para personas que han tenido contacto con Jesús.

María, sin embargo, tiene un estilo de vida que podría demostrar poca distancia entre ella y Dios. Con todo, sus palabras cargan una pesada verdad respecto a personas que demuestran una extrema devoción a Dios: Puede que aunque yo vaya a la iglesia todos los días, aunque me sepa la Biblia de memoria, aunque ore muy bonito, con todo, puede que mi corazón esté lejos del de Cristo.

¿Por qué nos herimos? ¿Qué tiene que ver la distancia entre nosotros y Cristo?

Hay un fenómeno cristiano, y es que cuando las cosas no nos salen como esperamos, tendemos a reclamarle a Dios de la misma forma como hicieron María y Marta. Venimos a Cristo y le creemos, crece la fe y esperamos que Él nos cuide. Por eso nos sentimos tanto cuando suceden tragedias inesperadas. Nos sentimos heridos por Dios, desprotegidos.

El factor tiempo es de notar, dado que Jesús esperó 2 días antes de salir hacia ellos. Desesperamos en lo que vemos el milagro que necesitamos. Tal vez por eso María no salió rápido al encuentro de Jesús cuando oyeron que llegó. Esto es una señal de cuando nos sentimos heridos con Dios: nos falta el ánimo de buscarlo, tratamos de evitar encontrarnos con Él. Se notará en el tono de nuestras oraciones, en las pocas veces que podamos orar. No querremos adorar ni exaltarle, ni agradecerle de corazón. Nuestras oraciones se vuelven monótonas y vacías, como solo por compromiso. Desvanece la pasión con la alegría. Pero también es de señalar que había una creencia pagana en aquel tiempo que proponía que después de muerto, el alma se quedaba rondando el cuerpo por 3 días. Jesús, para poder glorificarse y hacer notar su milagro contundentemente, tenía que esperar hasta después del tercer día de la muerte de Lázaro. Por eso lo hizo al cuarto día. Para Dios no hay nada imposible, y Él te quiere demostrar que puede hacer el milagro, y que sin duda alguna sepas que fue El quien lo hizo, porque Él quiere que tu fe crezca. Él quiere que creas en su amor por ti, para que le entregues tu corazón.

Como quiera, desesperar es natural, es humano. Sin embargo, no debemos permanecer en la sequedad del desierto espiritual. Miremos qué fue lo que aceleró el milagro:

“Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió” -Juan 11:33

Él estaba esperando a María. El espera regresar tu devoción y confianza. Luego de verla llegar, en el punto de la reconciliación, entonces preguntó por el cadáver (Juan 11:34). La lluvia de tu alma, tus lágrimas, la sinceridad de tu corazón presentada delante de Jesús en humildad, eso desata la lluvia celestial de sanidad.

 

Resucita Lázaro

Imagen de www.theclinic.cl

Imagen de www.theclinic.cl

Hoy, Jesús está parado frente al sepulcro. Al otro lado de esa piedra que lo tapa, espera Lázaro para ser resucitado. Tras la herida, enterramos esa amistad con Jesús, ese balance perfecto de la vida. Se ve difícil sacar esa piedra, tomó tiempo y esfuerzo ponerla ahí. Pero había que hacerlo para poder esconder la herida. Y hace tiempo ya que se puso la piedra, profundizó y se asentó en el corazón.

Tal vez requirió todas tus fuerzas para ponerla, piensas que ya no quedan fuerzas para removerla.

Pero sí las hay. El que se para frente al sepulcro es quien ha prometido sanarte. Es el único justo. Es quien tiene el poder y la autoridad para callar la voz del acusador. Es quien te ha sostenido por el camino. No es quien te hirió. Es quien ya pagó el precio de tu sanidad. En la cruz fue desatado el poder que hoy vive en el nombre de Cristo Jesús.

Decido tirarme a tus pies, Jesús. Lloro, porque estoy quebrantado. Sé que te conmoverás. Sé que me ayudarás. Sé que me sanarás. Lo creo. Es hecho. Soy sano en el nombre de Jesús. Resucita Lázaro. Resucita mi amistad con Cristo. Resucita mi gozo, mi pasión, mi balance.

Perdono, y recibo perdón.

Gracias Jesús. Gracias Señor. Gracias.