Imagen de litteraevitae.blogspot.com

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A lo largo de la vida, hay figuras relacionales que representan la plataforma sobre la cual nos podemos apoyar; eso que nos sostiene, de donde cultivamos ánimo y fuerzas para seguir. Pueden ser sumamente significativas e influyentes:

Como niños, nuestros padres nos indican qué podemos y qué no podemos hacer. En esta etapa estamos abiertos a que ejerzan control sobre nosotros porque nuestros cuidadores son nuestra fuente de apoyo, tanto emocional y física, pues nos suplen amor, cuidado y comida (se supone). En la adolescencia llegan relaciones cuya influencia sobrepasa aquella de nuestros padres: los amigos. Es aquí donde las indicaciones de nuestros padres pasan a un segundo plano por nuestro deseo de seguir las normas del nuevo grupo social, que ahora viene a ser nuestra fuente principal de apoyo emocional. Durante la juventud también surge una relación mucho más influyente: la amorosa. El enamoramiento nos puede llevar a hacer totales locuras que nos lleven en contra de tanto las indicaciones de nuestros padres como las de nuestros amigos. ¿Por qué? La pareja representa para nosotros la esperanza de tanto el apoyo emocional, como el físico (esto por el descontrol hormonal característico de la adolescencia). Ya en la adultez, la pareja viene a representar muchísimo más, pues suple muchísimo más para nosotros: sentimiento de pertenencia, estabilidad de hogar, y crecimiento de familia (introducción de hijos al panorama personal). Muchos pasan de una pareja a la próxima si sus expectativas no son satisfechas.

¿Por qué se nos hace tan fácil mover nuestro enfoque de una figura relacional a la próxima?

La desilusión. En la niñez, elaboramos altas expectativas de nuestros padres. Queremos mucho tiempo que no nos pueden dedicar. Queremos que “nos entiendan” y nos permitan realizar cada impulsividad que se nos ocurre. Cuando llegamos a la adolescencia, encontramos ese “entendimiento” en nuestros amigos. En ellos también depositamos una gran confianza porque valoramos mucho que ellos y ellas comprenden nuestros conflictos. Muy pronto somos desilusionados, tal vez mediante alguna traición o las diversas consecuencias que a menudo tuvimos que pagar con ellos por las maravillosas ideas que se nos ocurrían juntos. ¿Y en las parejas? Todo tipo de desilusión es posible.

La inestabilidad en nuestras propias vidas viene muy frecuentemente porque nos desilusionamos. Al apoyarnos solo sobre las relaciones, depositamos nuestra confianza y nos recostamos sobre plataformas incompletas, pues en alguna parte encontraremos algún vacío, alguna carencia, y nos dejarán caer. Nosotros mismos no podemos pretender sostener completamente (físicamente, emocionalmente y espiritualmente) a nadie. Nos quedaremos cortos en el intento porque no tenemos todos los recursos que los demás necesitan.

¿Por qué tendemos a esperar tanto de las relaciones?

Para poder entender cómo operamos, miremos cómo fuimos creados y las condiciones en las que vivíamos originalmente:

“Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día;” -Génesis 3:8

Este verso nos presenta el modelo original de Dios, la manera perfecta que El creó para que viviéramos: en plena comunión con El. Adán y Eva no necesitaban un lugar específico para relacionarse con Dios, ni una hora específica, ni un método, ni un ritual, ni un artefacto, ni un símbolo, ni una imagen. Ellos simplemente disfrutaban de la presencia de Dios. En el plan original de Dios, el apoyo principal, nuestro sustento, la plataforma sobre la cual nos podíamos recostar era una relación vertical, no horizontal. Era una relación espiritual, no emocional ni física. Al apoyarnos sobre la relación espiritual, tendremos la seguridad que anhelamos, pues Dios es quien único es estable. No cambia, no te rechaza y siempre está dispuesto y disponible para darte exactamente lo que necesitas.

El problema es que asignamos esa expectativa a las relaciones emocionales y físicas, y no alimentamos la relación espiritual. La carencia o el vacío en el área espiritual traerá desequilibrio en las demás:

  • Emocional: necesidad de compañía, amor y aprobación
  • Física: llenura mediante sentimientos físicos como drogas y alcohol, exceso de comida y desenfreno sexual

Nos desilusionamos porque la necesidad espiritual que tenemos establece expectativas relacionales que nuestros padres, parejas ni amigos pueden cumplir.

Restableciendo el Equilibrio

Dios lleva desde que fuimos destituidos de Su Gloria a causa del pecado, tratando de enseñarnos a crear espacios donde podamos estar con Él. Bajo la Ley en el Antiguo Testamento, proveyó como método el tabernáculo y los sacrificios. Estos pasos se quedaban incompletos, pues siempre había que volverlos a hacer. Cuando entendió que estábamos listos para acercarnos más, estableció como portal al corazón del adorador mediante la fe en Aquel que dio su vida para darnos acceso.

Hubo algo poderosísimo que ocurrió en la Cruz del Calvario: Jesucristo volvió a hacer disponible para nosotros la Plataforma Completa.

“Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.” -Juan 19:30

La palabra “consumado” en este texto es del griego teleō, que significa “terminado”, “ejecutado”, “completado”, “correspondiendo a lo que se había dicho que se iba a hacer”, “saldo”.

Ya no hay que repetir más procedimientos, no hay que sacrificar más nada, porque el sacrificio de Jesús fue LA OBRA COMPLETA.

Jesús nos ha preparado una plataforma completa y sólida sobre la cual podemos apoyarnos con firmeza.

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.” -Mateo 7:24-25

Este es nuestro punto de partida: el sacrificio de Jesús, que nosotros no merecimos; la gracia de Dios, que es SUFICIENTE.

¿Estás buscando llenura y plenitud?

Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” -Mateo 11:27-28 (énfasis añadido por el autor)

Cómo elevar mi vida a la Plataforma Completa:

Tal vez en algún momento depositaste toda tu confianza en la relación con tus padres. Intentaste caminar sobre esa plataforma pero en algún momento tu pie resbaló y te dejaron caer porque en ellos hubo carencias y se quedaron cortos en su intento por sostenerte completamente. Tal vez lo intentaste con tus amistades y con tus parejas y sucedió algo similar. Trépate y apóyate en la Plataforma Completa, Él es quien puede sostenerte completamente: recibe a Cristo y permítele a El que llene tu corazón. Desvía tu enfoque relacional hacia Él. Búscalo a Él cada día en oración y en estudio de lo que Él ha dicho (Biblia). Cuenta con El para el sabio consejo, antes de buscar el consejo de la gente. Pídele Su gozo, pues Jesús es el único que realmente te lo puede ofrecer.

Si lo buscamos a El primero, si lo ponemos a El como primera prioridad, todas las demás cosas por las cuales nos podemos afanar en esta vida, nos serán añadidas perfectamente, pues en Sus manos están.