Imagen de www.centrofap.com

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Como Manejador de Casos en un programa de desertores escolares, es impresionante escuchar las historias de los jóvenes mientras la mayoría narra que el comienzo de sus peores decisiones fue a la par con la desilusión respecto a su figura paternal. ¿Por qué están tan desilusionados? ¿Qué pasó con papá? Abundan las vivencias de abandono: algunos padres se alejaron por completo; otros, aunque físicamente presentes, sus corazones estaban muy lejos durante etapas críticas en la crianza.

No me puedo eximir: ¿Qué es lo que pasa por nuestras mentes como padres?

El pasaje que narra la historia de Zacarías, el padre de Juan Bautista, nos revela mucho acerca del corazón del padre humano. Las Escrituras nos presentan en el 1er capítulo de Lucas que un ángel se le apareció a Zacarías para decirle que Dios había oído su oración, y que tendría un hijo. La contestación de Zacarías es lo que quiero que analicemos:

“Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.” -Lucas 1:18

En otras palabras, Zacarías pidió una señal. O, ¿cómo conoceré que esto va a suceder?

¿Para qué pedir una señal?

No me malinterpretes, pedir señales celestiales en momentos de toma de decisiones es sabio. Pero cuando Dios te está diciendo que va a hacer algo glorioso a través de tu vida, pedir una señal es decirle a Dios que no le crees.

Ahora, la manera en que se lo dijo nos revela el corazón del hombre. Zacarías le dio al ángel 2 motivos de inseguridad:

  1. “yo soy viejo”: en otras palabras, “yo no puedo” o “ya no puedo”.

Generalmente, la mujer tiende a enfocarse más en lo relacional y sentimental. El hombre tiende a enfocarse en lo racional, lo que puede calcular: producción, trabajo, tareas… lo que puede hacer. Pero, ¿criar un hijo? Eso es relacional. Para nosotros, esto es más complejo. Abrirnos, expresarnos, conectarnos en un nivel afectivo, dedicarle tiempo a permitirle a otra persona ver lo secreto de nuestro interior, eso nos puede intimidar.

En otras palabras, Zacarías le dijo al ángel: “hay muchas cosas que sí puedo hacer, pero ésta no. Para ésta, ya no creo.” Es interesante cómo proyectamos nuestras dudas e inseguridades en Dios.

La clave es ver que cuando decimos que no podemos, estamos a la vez diciendo que carecemos de lo necesario para cumplir con la idea propuesta. La carencia surge de un vacío en el interior. Tal vez hubiéramos querido que nuestra propia crianza hubiera sido diferente, y ahora dudamos de nuestra capacidad para hacerlo bien.

  1. “mi mujer es de edad avanzada”: No quiero que devaluemos a Elizabeth. Quiero que pensemos en la esposa de Zacarías como en relacion al recurso que tenemos a disposición para llevar a cabo el sueño, la misión, la idea propuesta por Dios.

Podemos dudar de lo que tenemos y pensar que no es suficiente como para hacerlo bien. El hombre duda de lo que tiene cuando siente frustración. Pensamientos pueden frecuentar la mente como: “tal vez debí haber estudiado más”, “tal vez me debí haber mudado”, “tal vez no me debí haber mudado”, “tal vez debí haber aprovechado aquella oportunidad con aquella persona en aquel lugar”.

La llave de la sanidad de paternidad

Empatía: ponernos en los zapatos del otro. Echarle un vistazo a los conflictos del interior. Poder ver sus frustraciones, temores, dudas, carencias y corajes, para tratar de entender dónde fue que se saboteó el proceso. Quiero pensar que no se planificó ser un padre ausente, sino que dentro de las circunstancias estresantes, se cometieron errores.

Errores los cometemos todos. Lo más importante ahora mismo es que no se tienen que seguir cometiendo. La próxima generación no tiene que pasar por lo mismo.

Es hora de sanar. Decidir dejar atrás las heridas del ayer, perdonar para poder soltar y para poder comenzar a hacer las cosas de una manera diferente. Nuestros hijos nos lo van a agradecer.