caminos en el desierto

“He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.” -Isaías 43:19

El Profeta Isaías recibió esta palabra de parte de Dios para el pueblo hebreo mientras estaban cautivos bajo el imperio babilónico. Después de haber sido liberados de 400 años de cautiverio en Egipto, después de haber experimentado el gozo de la tierra prometida, el pueblo se encontró nuevamente cautivo. Nuevamente encerrado. Nuevamente angustiado. Nuevamente sin ver salida de su aprieto.

Tal vez hoy te sientas así. Quizás hace un tiempo atrás, Dios te salvó de un gran problema. Posiblemente salvó tu alma y te dio vida eterna. O se manifestó en tu vida por medio de un milagro que salvó tu salud o tu familia.

“He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis?”, te dice el Señor hoy. ¿No reconoces este escenario? ¿No te das cuenta que las condiciones actuales se parecen en algo a las que vivías la última vez que Dios te rescató? ¿No se te han agotado las fuerzas, igual que aquella vez? Dios está a punto de manifestarse otra vez, pero ahora hará algo NUEVO.

“Otra vez abriré camino en el desierto”

Entre Babilonia y la tierra prometida de Canaán, había un desierto. Puede que se te haga difícil salir de donde estás, porque la única forma de salir implica cruzar un desierto. Tal vez la única estrategia posible, parece imposible. Quizás, para salvar tus finanzas, tengas que lanzarte a un tipo de trabajo que nunca has hecho. O puede que, para salvar tu familia, tengas que asumir una postura a la que no sientas que tengas la autoridad o la moral. Dios quiere que sepas que a ti no te toca abrir el camino en el desierto. Tu trabajo es tener la fe suficiente como para creer que Él te llevará. Él abrirá el camino. Nuestro Dios es capaz de abrir los mares para que pasemos EN EL MOMENTO EN QUE DEMOS EL PASO DE FE.

“y (abriré) ríos en la soledad”

Posiblemente el proceso a alejado a ciertas personas de tu vida. Me parece interesante que Dios no nos prometa compañía en la soledad, sino ríos. Y es que nosotros pensamos que necesitamos compañía, pero Dios sabe lo que realmente necesitamos. Necesitamos ríos. Necesitamos agua, el fluir de algo fresco, sustento, fuerzas, provisión en medio del desierto. Quizás el Señor te está llamando a aumentar tu fe y tu compromiso con Él; esto implica que personas a tu alrededor tal vez no entiendan y no te apoyen. Ante la soledad, Dios promete proveerte las aguas que van a refrescar tu alma cuando sientas desfallecer en el desierto.

La promesa no es el desierto. La promesa es vida, y vida en abundancia (Juan 10:10). Confía que Dios va a llevarte a una verdadera abundancia, a un mejor lugar, a una mejor compañía, a una mayor satisfacción y paz; a una mejor vida.

Dios cumplirá Su promesa en ti. Si Él te pudo salvar ayer, no tienes porqué dudar de Su poder para salvarte hoy. Afírmate en esta promesa: “Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.”

-Héctor Alfredo Millán