Me he dado cuenta de algo más bajo el sol que no está bien: Hay gente a la que Dios le da riquezas, propiedades y honor. Tiene todo lo que necesita y pudiera desear, pero luego Dios no le permite disfrutar de eso; viene otro y se queda con todo. Eso está muy mal y no tiene sentido. Puede que haya quien viva cien años y tenga cien hijos, pero si no es feliz y nadie se va a acordar de él cuando muera, yo creo que le fue mucho mejor al que murió al nacer que a ese. En verdad no tiene sentido que un bebé nazca muerto. Lo entierran rápidamente sin darle un nombre. Ese bebé nunca vio el sol ni conoció nada, pero encuentra más descanso que el hombre que nunca disfrutó de lo que Dios le dio. Tal vez ese hombre viva dos mil años, pero si no es feliz, el bebé que nació muerto encontró un camino más fácil para llegar al mismo fin.
Uno trabaja y trabaja para poder comer y nunca se sacia. Así que no le veo ninguna ventaja al sabio en relación con el falto de entendimiento. Es mejor ser como el pobre que sabe aceptar la vida tal como es. Es mejor ser feliz con lo que se tiene que querer siempre tener más y más. Ese afán por tener cada vez más no tiene sentido. Es como tratar de atrapar el viento.
Lo que existe ya ha recibido su nombre y se sabe que es el ser humano, y él no puede discutir con Dios porque Dios es más poderoso que él. Es seguro que donde abundan las palabras, abundan las tonterías, ¿y qué se gana con eso?
¿Quién sabe qué es lo mejor para una persona durante su corta vida en la tierra? Su vida pasa como una sombra y nadie puede decirle lo que sucederá bajo el sol después.
-Eclesiastés 6, autor: El Rey Salomón