Todos los días vemos situaciones desagradables que afectan nuestro estado anímico: accidentes aparatosos, enfermedades que por décadas pensamos estaban erradicadas. Escuchamos de terremotos que mueven el eje de la tierra, y de los cuales por años los habitantes de ese lugar no pueden reponerse. Vemos niños abusados, explotados por adultos que deberían guardar y vigilar su desarrollo y bienestar. Sabemos que el índice de violencia doméstica es rampante y los abusadores al parecer están impunes.
¿Qué está pasando? ¿Por qué razón ocurren estas cosas? Primero creo que es porque así lo decidió Dios. No podemos ir contra su voluntad, dice La Biblia que su voluntad es agradable y es perfecta. Eso no significa que tenemos que entenderla, significa que tenemos que aceptarla.
Mira hacia arriba. ¿Qué ves? Veras incomparable belleza, cielos azules, nubes en diferentes tonalidades, inmensidad de espacio donde se mueven los pájaros y las aves. Pero esas maravillas, esa extraordinaria creación, se quedan cortas con lo que no puedes ver a simple vista. ¡Allá habita Nuestro Padre, siente su pureza y santidad!
Mirando hacia arriba a Él, caminando en pos de Él, te transformas y esperas en la seguridad de sus promesas sin importar lo que te rodea. Seremos según Su imagen, y la fuerza necesaria para continuar te será renovada. Levántate cada día procurando su plenitud y aprobación.
En este mundo tendremos aflicción. Vivimos en un mundo corrupto y añadimos a esa corrupción con nuestra dejadez. Parémonos en la brecha, esto significa orar e interceder al Padre de Las Luces, por luz en medio de las tinieblas. Pide sabiduría para entender los tiempos y determinar hacer todo lo que puedas por cambiar aquello que puedas. Si necesitas algo, pídelo. Dios provee lo necesario para llevar a cabo la labor que nos encomienda.
Una cosa no se te puede olvidar, Él hace lo que quiere, donde quiere. Muchas catástrofes son el resultado de decisiones y otras solo porque sí.
Por lo tanto, amigo, considera “que en este mundo tendremos aflicciones” Juan 16:33. Estos problemas están bajo tus pies, conoce que Dios está sobre ellos y en control de todas las cosas. El mundo no es tu amigo. Si lo fuera no serías amigo de Dios. Vivimos en territorio enemigo, los hijos de Dios somos extranjeros. A nosotros nos lleva de la mano El Príncipe de Paz.
Cada día acuéstate entregándole tu sueño a Dios. Salmo 3:3-6.
“Pero tu Señor eres mi escudo y mi gloria
Tú me das ánimo
Te pido ayuda a ti, Señor,
Y me respondes desde tu monte alto.
Me voy a dormir tranquilo
Y sé que despertaré
Porque el Señor me protege.
Por eso no me asustaré”.
Mira dentro de ti, ¿qué debes cambiar? Considera tu situación, todos tenemos problemas, no te desalientes. Dios está contigo, en la aflicción, te librará de ella y te dará honra.
Bendiciones de lo Alto, sabiduría para enfrentar las pruebas y fortaleza en el espíritu para continuar, son mis mejores deseos para ti y los tuyos.