Por diferentes razones de la vida tomamos decisiones de las que nos arrepentimos, terminamos la amistad con personas que fueron significativas, terminamos una relación amorosa de la peor forma, entre otras tantas cosas que nos suceden. Si nos fijamos, dejamos de ver a las personas relacionadas al incidente y pensamos que hasta ahí llegó el asunto. Nuestra vida, luego del trauma, continúa siendo normal. De hecho, llegamos a olvidar parcialmente lo que sucedió: de todos modos la vida continúa.
Si el problema hubiera terminado allí, sería sencillo ver a la persona involucrada y saludarle normalmente y sentirnos tranquilos; pero usualmente no es así. Cuando no resolvemos los problemas en su momento, las personas se convierten en fantasmas. Nos da hasta escalofríos de verlos a lo lejos, tendemos a escondernos, se nos acelera el corazón, nos da fiebre facial y si fuera posible desapareceríamos. He aprendido que viviremos esa situación una y otra vez hasta que podamos resolver aquello que quedó inconcluso.
La mayoría de las veces, las dos personas hacen como si no hubieran visto al otro y podría funcionar, pero sabemos que surgirá otra oportunidad, y otra, y otra, hasta que hagamos lo que tenemos que hacer. Finalmente decidimos tomar la oportunidad pero, ¿cómo romper el hielo?… Un simple “hola, ¿Cómo estás?” o “Qué bueno saber que estás bien” podría funcionar. Si la oportunidad es apropiada y ambas partes han pasado el tiempo de la incomodidad, hablarán de lo sucedido, cada cual podrá exponer su punto de vista y disculparse de ser necesario. Esa conversación nos quita un peso de encima y nos permitirá sentirnos en paz. De ese punto en adelante puede que no vuelvas a ver a esa persona nunca más porque ya el asunto fue resuelto.
No todos los casos son tan ideales, en el caso de que se pueda dar la conversación inicial del saludo y sólo eso: es perfecto. Aparecerá otra oportunidad en la que se pueda profundizar, no debemos forzar la conversación. ¿Por qué debo tomar la iniciativa? Porque necesitamos continuar nuestra vida de la mejor manera posible. Como se dice en la película de Tyler Perry Diary of a Mad Black Woman : “Cuando no perdonas a una persona, ésta te quita poder” y la realidad es que ese poder se retiene hasta que se pueda perdonar.
Los fantasmas del pasado no se pueden evitar, de hecho son una excelente oportunidad que se nos provee para subir escalones hacia una mejor calidad de vida.
Por Jesmarie Meléndez