El desarrollo profesional se ha redefinido. Hasta hace unos años atrás, la aspiración predominante entre estudiantes universitarios era la pronta contratación e ingreso a alguna corporación multinacional que ofreciera salarios suficientes con beneficios ideales. Hoy día, estas mismas compañías han eliminado departamentos completos para subcontratar pequeñas empresas que provean servicios como marketing, contabilidad, ingeniería, laboratorios, limpieza y mantenimiento, reclutamiento de recursos humanos, entre otros. El futuro está en manos de aquellos que se especialicen en servicios y productos que suplan estas necesidades de forma moderna y costo efectiva.

Pero la historia nos muestra que esto no es una tendencia tan nueva. En los 1950’s, en un ambiente de guerra, los teóricos de la administración ya habían identificado la necesidad del “hombre organizacional”. Durante el desarrollo de la Teoría Estructuralista, se determinó que había la necesidad de personas capaces de desempañarse en diferentes papeles y en varias organizaciones. Requerían las siguientes cualidades:

  1. Flexibilidad
  2. Tolerancia a la frustración
  3. Capacidad de posponer las recompensas
  4. Permanente deseo de realización

Aunque el concepto del “hombre organizacional” fue diseñado en aquel entonces para suplir la necesidad que tenían las compañías de gerentes capaces de producir resultados en medio de aquel entorno inestable, estas cualidades describen algunos de los requisitos del empresario moderno.

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Dado el ambiente económico actual, las 4 cualidades antes mencionadas son esenciales para el éxito de aquel que ha decidido lanzarse a desarrollar una idea comercial. ¿Eres un hombre o mujer organizacional? Sabemos que debemos perseverar y luchar para ver la realización del sueño, pero: ¿Qué nos da ánimo para seguir?

  1. Lo innovador de tu idea

Con tantos profesionales que recientemente se han quedado sin empleo, la competencia en tu campo aumenta con personas con presupuesto y especialidades. ¿Qué te va a diferenciar? Estudia tu mercado. Existen herramientas gratis para hacer encuestas online, también puedes preparar una impresa y visitar potenciales clientes para conocerlos y recopilar su retroalimentación. Identifica las fallas de tu competencia. ¿Qué le falta a los servicios actualmente disponibles? ¿Qué sería lo ideal para los consumidores de dichos servicios o productos? ¿Cómo lo puedes hacer tú? Considera tu realidad y tomando en cuenta tus recursos, tus capacidades y tus contactos, hazlo mejor.

  1. El plan

Planificación es clave. ¿Dónde estás ahora? ¿Comenzando o a mitad de camino? Tomando en consideración los errores y los logros del ayer, partimos desde el hoy. Calcula el costo de ofrecer tu producto o servicio, ¿estás cobrando lo adecuado? ¿Tus precios son competitivos? ¿Ofreces ofertas atractivas? ¿Cómo lo hace tu competencia? Incluye en tu plan tus esfuerzos de mercadeo. Utiliza las herramientas disponibles. Actualiza tus cuentas en Facebook, Twitter, LinkedIn, Google+ y averigua sobre redes sociales específicas por industrias (hay todo un movimiento de nuevas redes sociales especializadas para miembros de industrias como el cine, teatro, deportes, fábricas, etc.). Prepara un plan de ventas e incluye el servicio al cliente. Establece metas a corto y a largo plazo. Más importante, verifica el plan periódicamente. Durante la ejecución, te encontrarás con realidades imprevistas y se requerirá constante modificación.

  1. La necesidad

¿Hasta donde quieres llegar? Al comenzar, tal vez  suplir tus necesidades actuales sea una buena meta. Pero tus necesidades crecerán contigo. ¿Crees que puedas crecer con tu proyecto? ¿Qué se requerirá para poder expandir y alcanzar clientela más lejana? Perfecciona tu producto y tu proceso de ventas; domina en tu mercado.

  1. El legado

¿Te recordarán las futuras generaciones? ¿Cómo te recordarán? ¿Qué dejarás como herencia para tus hijos y nietos? Tienes la capacidad de sentar las bases para que los próximas estén mejor equipados que tú, con más recursos para ser competitivos.

Persevera. Continúa. Sigue. Avanza. Estudia. Conoce. Crece. Vive.

 

Por Héctor Alfredo Millán