Toda nuestra vida ha sido moldeada por nuestros padres, por la escuela, por la publicidad, por las amistades, por el vecindario, entro otras mil cosas. El proceso de la adolescencia se basa en la búsqueda de uno mismo, en darnos cuenta de lo que genuinamente nos agrada y no lo que ha sido insertado en nuestro disco duro. Las modas van cambiando y nosotros con ellas, cambiamos de amistades y seguimos transformándonos. Esto es bien importante porque podemos crecer junto a personas que crecen o podemos quedarnos en el mismo lugar por años. Lo importante de este proceso de búsqueda es que encontramos algunas teorías de vida que permanecen con nosotros para siempre. Rituales que posiblemente nadie conoce, pero que nos ayudan a sentirnos bien con nosotros mismos, nos ayudan a encontrarnos en un mundo que va tan a prisa y aún mas importante nos hacen sentir libres.
Ese proceso de búsqueda posiblemente no termine nunca, porque cada día decidimos insertar más cosas a nuestro estilo de vida. La adolescencia se ha reconocido como la etapa más crítica de las personas, donde llegan a surgir las mayores crisis existenciales, donde “los padres no comprenden”, donde cada suceso hace que uno piense que va a morir. Creo que la causa de ese punto crítico de la vida es el intentar comprobar que todo lo que nos fue dicho es cierto. Muchas veces descubrimos que no lo es… y lo descartamos hasta que se va formando nuestra identidad: lo que somos. Cuesta muchísimo trabajo encontrar todas las partes del rompecabezas o al menos aquellas que nos hagan bastante funcionales.
Imagina qué difícil sería tener que cambiar lo que somos, lo que nos hace feliz por cualquier razón. La mayoría de las veces es que el círculo social que hemos escogido no está totalmente de acuerdo con cosas que hemos hecho parte de nosotros y que en última instancia no son mal adaptativas, sólo no van de acuerdo con el ciclo actual de la moda. Digo ciclo de la moda, porque la moda viene y va y vuelve a regresar. A muchos les gusta Star Wars o Donna Summer o los animales o cualquier cosa. ¿Por qué cambiar? ¡Si cuando a uno le apasiona alguna cosa se vuelve maestro de la misma! Hablamos del tema con tal pasión que de seguro podríamos hablar todo el día de lo mismo sin repetir la información. ¿Por qué cambiar? ¡Si dio mucho trabajo encontrarse y sentirse satisfecho con quien uno es! Quien soy se compone básicamente de lo que pienso y lo que hago. Es decir, lo que hacemos refleja lo que pensamos y por consiguiente lo que hay en nuestro interior. Lo que hemos construido por años: las herramientas que utilizamos para combatir nuestros temores, la forma de afrontar las vergüenzas, nuestras teorías basadas en la experiencia… tantas cosas que nos son útiles.
Nuestra individualidad es valiosísima. Una amiga me ayudó a comprender que el sentarme sola a la orilla de la playa aunque haya gente alrededor no es una pérdida de tiempo. No, si me hace feliz. ¿Qué nos hace feliz? ¿Qué nos identifica? Amo mi individualidad: amo mi espacio.
por Jesmarie Meléndez