Me encuentro en una sala de espera de un hospital. Llevo aquí desde las 6am, y mientras escribo son las 10:49pm. Jesmarie, mi amor, está de parto con nuestro primer hijo. Durante el día han venido varias personas a compartir ratitos con nosotros, como 2 amigas de Jesma y un matrimonio de pastores que es muy especial para nosotros. Principalmente me ha acompañado en la sala de espera mis padres, quienes estuvieron casi todo el día aquí y mi suegra, quien llegó con nosotros y se quedará después del parto para estar con Jesma durante la noche (en este hospital no se ofrecen cuartos privados y en el área de ginecología solo permiten mujeres).
Como a las 7:30am me sentía un poco filosófico y en un viaje medio existencialista le envié mensajes de texto a todos mis amigos de la adolescencia, con los cuales me crie y compartí constantemente hasta la universidad. Soy natural de Mayagüez, Puerto Rico, pero me mudé a Coamo (PR) en el 2005, así que llevo más de 6 años desde que la relación con los “boyz” se ha dificultado por la distancia. La última vez que pude compartir risas con muchos de ellos fue el 2 de diciembre 2012, el día de mi boda.
Surgió como una sorpresa de sumo agrado ver cómo, uno a uno y a lo largo del día, todos mis amigos me respondieron. Algunos contestaron el texto con apoyo, otros con oraciones y mostraciones de fe, otros han seguido textiando durante el día para saber cómo nos va, y algunos han llamado. De momento me sentí como si nunca me hubiera alejado, la confianza nunca mermó.
Ocasiones que reúnen
En este último año he participado de varios eventos que provocaron reunión de amigos y familiares. El funeral de mi abuela por parte de padre fue uno de esos días. Además de rencontrarme con familiares, pude conocer un lado en algunos de ellos que jamás había visto. Mi papá, por ejemplo, recitó un poema que le dedicó a su mamá. Desde la adolescencia yo escribía poemas y cuentos pero nunca entendí de donde salían, ver a mi padre recitar versos de su corazón me llevaron a identificarme con él de una forma nunca antes vista. Me llevó a conocerlo más, y a la vez, conocerme más a mí mismo.
Bodas, funerales, la llegada de un bebé… sucesos trascendentales hacen florecer al hombre o la mujer sensible interior. Sensibles a expresarnos, y a expresar genuinamente lo más puro del ser: pasión por la vida, deseo de vivir, deseo de que otros vivan y deseo de resaltar lo vivido. La expresión es un arte, es artística y nos permite la oportunidad de ser creativos. La ejecución es con diversas técnicas. Algunos se expresan de forma sencilla, minimalista, con un mensaje corto y preciso que carga la esencia del corazón. Otros elaboran se expresión incorporando combinaciones de colores y texturas que finalmente resultan en un mensaje bastante similar al previo. Con la misma satisfacción se emite, con la misma gratitud se recibe. Todo trata sobre ese punto de intercambio de mensajes por medio del cual nos dejamos saber que estamos aquí el uno para el otro.