Tú, tan dulce y tan pasiva

Como si nada sucedería

Alegría un tal casual

Como en nuestra rosa quincenal

Pero es tu fuerza y yo sabía

Firmeza resplandecía

Nos llevarías hasta el final

Hasta la luz por fin hallar.

 

No hubo llanto, ni un espanto

Mientras yo al temor alcanzo

Lo toco, lo abrazo

Hasta el punto del quebranto.

Hasta en un punto sollozar

Tal vez dos puntos, tal vez más

Aquellos días de hospital

Mi alma vio la oscuridad.

 

Su llegada inesperada

Fue discreta, muy sutil

Lentamente avecinaba

Como yerba en un jardín.

Recuerdo un susurrar

Pues persiste en mi memoria

Voz tenue tempestad

Que anunciaba su trayectoria.

Hasta finalmente agudizar

Decibeles aumentar

Penetraba por los tímpanos

Hasta el corazón como un relámpago

Ya la sombra había llegado

Y amenazaba con tocarte

Y tú luchabas mientras yo

Yo no encontraba como animarte.

 

Y temí, lo reconozco

Y ante mi temor un llanto

Una súplica, un clamor

Elevé al cielo mi quebranto

Pues eres tú, mi gran tesoro

Lo único que tengo

Lo que Dios me ha confiado

 

Y el misterio encubierto

Como el secreto más preciado

Que ya se acerca a revelarse

A nosotros entregarse

Salir, y luz salir

Nacer, resplandecer

Mi cría

Nuestra semilla

Cuyo fruto es alegría

 

Mientras tú luchabas, yo clamaba

Y un milagro se desataba

Hasta que el fin, la luz brillar

Y el aire pude encontrar

La luz echó  fuera las tinieblas

Alejó la sombra un gran varón

Nuestro príncipe y centinela

Quien guardará de nosotros a la caída del sol.

 

Fruto de tu vientre

Fruto de tu fuerza

Fruto de tu determinación

Ante toda afrenta.

 

Por esto y más

Amor, yo te admiro

Porque hallo vida en tu vida

Esposa, yo te admiro

Porque mi calor es tu mirada

Amor, yo te admiro

Porque mi fuerza está en tus manos

Esposa, yo te admiro.