Imagen de www.acatos.es

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Todos conocemos la verdad. Yo conozco la mía, tú conoces la tuya. Es relativa. ¿Pero lo es? Definitivamente nos gusta pensar que sí. Nos paramos sobre nuestras opiniones hasta que recibimos el impacto confrontador, la presentación del hecho que nos comprueba lo contrario.

El asunto de la eternidad es uno muy controversial. Todos queremos tener una opinión al respecto, nuestra propia teoría. A todos nos gusta pensar que luego de morir, iremos a un lugar lleno de luz, un lugar fresco donde todo es hermoso.

Por el peso trascendental de este tipo de tema, nuestra propia forma de juzgar podría ser muy beneficiosa o muy perjudicial. A nivel de importancia de… pues, la eternidad.

¿Qué dijo Jesús?

“No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.” -Juan 5:28-30

El Maestro expone junto con el tema de la resurrección de los muertos, la trivia moral de la identificación entre lo bueno y lo malo. Me parece interesante que Jesús permita que la interpretación de a donde iremos luego de ser resucitados caiga sobre nuestras opiniones respecto a lo moral. Más interesante aún es el hecho de que justo después  nos explique cómo juzgar. Es como si supiera que nos íbamos a confundir (lo sabía).

El juicio justo

¿Cómo juzgar justamente entre lo bueno y lo malo? Más importante aún, ¿cómo saber si nuestras acciones nos conducirán a resurrección de vida o resurrección a condenación?

¿Estamos conscientes de lo que esto significa?

Las profecías se siguen cumpliendo. Implica que el fin está cerca.  Todo tiene que ver con Israel, con Roma y contigo. Rumores de guerra en el medio oriente se siguen calentando. La hora se acerca. ¿El Papa se retiró? La hora se acerca.

¿Qué tiene que ver contigo? He podido ver en estos últimos meses la delicadeza del cuerpo humano y lo susceptible que somos a la enfermedad. La hora, para ti y para mí, se acerca.

Volviendo al juicio

Cristo Jesús nos revela la contestación a nuestro dilema ético-moral: “No puedo hacer yo nada por mí mismo”. Mi opinión no importa. Es nada. ¿Por qué? Porque lo que yo pienso es afectado por lo que siento, y lo que siento es afectado por cada pedasito de información errónea que he recibido en esta tierra perdida.

Desde niño aprendí la maldad de mis primos, vecinos, televisión, tíos, padres, hermanos, amigos de escuela, parejas y familiares de parejas. Fui testigo de injusticias. Las viví y fui herido. Las viví y las disfruté. La mente humana va cambiando a medida que va procesando experiencias. ¿Cuál es el resultado? La mente reprobada y el corazón endurecido y listo para herir tal como fue herido.

¿Qué tipo de juicio es éste?

No estoy diciendo que somos todos unos totales perversos. Digo que casi todos lo somos. El que menos, miente y engaña para intentar obtener algún beneficio o trata de hacerse el más santo para recibir algún tipo de gloria en esta tierra. Oímos hasta de pastores que adulteran. Y no lo digo por juzgar al hombre, pues todos estamos sujetos a pasión, sino lo digo por juzgar la debilidad de nuestros juicios a la hora de tomar decisiones. Y el que más, pues sabemos de tanta matanza y delito.

Filtra tu juicio

Pero Jesús bien sabe todo esto. Por eso fue bien claro en la Palabra respecto a nuestra salvación, para invalidar nuestras opiniones. Hay una verdad y la expone con total claridad.

Juan 5:30 dice que el juicio justo es aquel que no toma en cuenta la voluntad humana (Jesús era humano cuando lo dijo), sino la del Padre. ¿Cuál es la diferencia entre la voluntad del Padre y la nuestra? La nuestra es influenciada por las autoridades terrenales como los medios, familiares, inclusive Satanás (el príncipe de este mundo, según Juan 12:31).

Más claramente:

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” -Juan 10:10

La voluntad de Dios es y siempre será a favor de la vida. La voluntad influenciada por el ladrón (Satanás, quien primeramente le quiso robar la gloria a Dios) es y siempre será a favor de la muerte. Analicemos las opiniones sociales más controversiales del momento para identificar las fuerzas influyentes:

1. Aborto: ¿Muerte o vida? Ésta es fácil.

2. Homosexualidad: ¿Muerte o vida? Te ayudo: ¿Una pareja de hombres puede procrear? Adoptar es muy bueno, pero sabemos que no es procrear. ¿Inseminación artificial? El mismo nombre se delata: artificial.

Pero, ¿cómo yo sé si hago lo bueno delante de los ojos de Dios?

Esto va un poco más allá de estar de acuerdo con Dios en cuanto a lo que es bueno y lo que es malo. Se trata de fe, y de tener una fe viva.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios…” -Hebreos 11:6

“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” -Santiago 2:26

Las 3 cosas que pide Dios:

1. Recibir a Jesús como tu Salvador: En Juan 14:6, “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. El primer paso es reconocer que Cristo murió por ti en la cruz y recibirlo en tu corazón mediante una confesión verbal de fe:

“Padre, creo en ti y en tu hijo Jesús, a quien enviaste a morir por mí en la cruz. Creo que su resurrección es mi milagro de redención. Te pido perdón por mis pecados y te entrego mi vida para que me enseñes tu camino. Te recibo como mi Señor y Salvador. En el nombre de Jesús, Amen.”

La gran importancia de esta declaración verbal es que además de dar el primer paso hacia la salvación, abres tu corazón a recibir al Espíritu Santo, quien te guiará y ayudará con nuevas fuerzas a hacer la voluntad de Dios.

2. Enseñarle a otros acerca de Cristo: Como había mencionado, la fe sin obra es muerta. Dios espera nuestra acción a favor de Él.

“Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” -Mateo 28:19-20

Este pasaje también es conocido como La Gran Comisión. Implica mucho, porque Cristo nos ordena que enseñemos a todas las naciones (¡wow!) a guardar todo lo que nos ha mandado. Para poderlo enseñar, primero lo debemos conocer y practicar con cierto dominio. ¿No?

3. Perseverar hasta el final: Jesús nos describió muchas de las señales que vendrán antes del fin en el capítulo 24 del evangelio según Mateo. En medio de su explicación nos hace un comentario chocante:

“Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.” –Mateo 24:13