Tengo un gran amigo que no me escucha. Le gusta hablar, pero no escuchar. Ha logrado, con bastante esfuerzo, llenar su vida de inestabilidad y desorden. En sus largos discursos llenos de sabiduría humana, casi siempre termina diciéndome que va “con Dios por delante”. Ante cada consejo, me dice que tiene todo bajo control, porque él es hombre, y un verdadero hombre sabe lo que tiene que hacer. Me dice que Dios lo protege, y que cuida de su familia. Sin embargo, en estos últimos años, ha estado a punto de perderlo todo en demasiadas ocasiones.
¿Cuántas veces le has echado la bendición a alguien y le has dicho “Dios te cuide”? Muchas veces, le echamos la bendición diciéndole “Dios te cuide” mientras va directo a un precipicio, y ante toda palabra de advertencia te contesta que va “con Dios por delante”.
¿A quién defiende Dios?
Soy fiel creyente de que las pruebas son adiestramientos de Dios para preparar nuestros corazones para las bendiciones. Las caídas, sin embargo, son “otros veinte pesos”. Nuestras caídas no son impulsadas por Dios. Las caídas requieren nuestros pasos, hasta finalmente tropezar. Llegamos hasta el precipicio nosotros mismos, con nuestros propios pies, solitos. Bueno, a veces también con buena compañía (lamentablemente nos traemos a nuestros seres queridos al boquete). Y cuando llegamos al boquete, miramos hacia el cielo y le preguntamos a Dios por qué lo permitió. ¿Él no se supone que me hubiera protegido?
La Biblia nos habla acerca de esto:
“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.” –Salmos 34:7
¿Yo soy de esas personas que temen a Dios, para que El me defienda? ¿Qué significa “temer a Dios”? Salomón nos lo revela en los Proverbios:
“El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa aborrezco” –Proverbios 8:13
- ¿Aborreces el mal? Esto no se refiere a tus valores personales, basados en tus experiencias y opiniones. Se refiere a los valores de Dios.
- Soberbia significa altivez. En lo espiritual, se aplica en aquel que desprecia la dirección de Dios para hacer su propia voluntad porque piensa que es mejor.
- Temer a Dios es creer en el poder de las consecuencias, es temer al juicio justo de lo que merecemos por nuestros actos. Este temor debe mantenernos en el camino del bien, no sea que nuestros pasos nos dirijan fuera de la gracia de Dios.
¿Por qué nos salimos de la cobertura?
La soberbia es el pecado original. En el Capítulo 3 de Génesis, Adán y Eva no hicieron caso a la instrucción de Dios respecto al árbol prohibido. La serpiente les dijo que si comían del fruto de ese árbol, serían como Dios conociendo el bien y el mal (Génesis 3:5).
¡Que tentación! Poder vivir sin tener que preguntarle a Dios si lo que quiero hacer está bien o mal. Poder determinarlo yo… exquisito.
Así de fácil nos salimos de la cobertura de Dios, de su protección. Inclusive, cristianos que llevan años en el evangelio se desvían por esto, por caer en la tentación de hacer lo que quieren. Nos pasa a todos en algún momento, actuamos por impulso, reaccionando, y no tomamos en cuenta los valores de Dios. Caemos en tentaciones, y muchas veces las disfrutamos. Luego buscamos la forma de repetir la experiencia tentadora. Poco a poco la hacemos un hábito.
La práctica del pecado se convierte en una atadura.
¿Cómo volver a la protección de Dios?
Lo que nos redime es el arrepentimiento. El arrepentimiento no es sentirte mal por algo que hiciste, o porque te cogieron en algún acto vergonzoso. Eso se llama remordimiento. El arrepentimiento implica un cambio de dirección. Una decisión, o varias decisiones necesarias para llegar a otro camino, uno que conduce a bien.
Cuando entendemos que cuerpo, alma y espíritu son uno, aceptamos también que nuestros hábitos requieren participación de todos los elementos. Por ende, se requiere trabajar con todos los elementos para poder modificar. Nuestros actos, que se convierten en hábitos, componen nuestra conducta. Cada movimiento es ejecutado por el cuerpo, impulsado por emociones y pensamientos. Para volverte a posicionar dentro de la seguridad y defensa de Dios, será necesario que llenes tu mente de pensamientos que influyan positivamente en tus emociones e impulsen acciones diferentes, actos de amor y justicia.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a las concupiscencias engañosas; y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.” –Efesios 4:22-24
El cristianismo es mucho más sencillo de lo que pensamos. Es llenar tu mente de los materiales de Dios por medio de la lectura de la Biblia y los tiempos de oración. Cada momento de contacto te llenará de algo diferente, algo que te impulsará a cosas diferentes, cosas buenas. Así veras que Él es real, cuando en un abrir y cerrar de ojos, ves la restauración de tu vida y familia, cuando cada prueba desarrolla en tu corazón nuevas fuerzas, fe, y mayor claridad de la visión de Dios respecto a tu vida. Logras dominio propio ante las tentaciones y libertad de ataduras.
Solo requiere tu empeño en buscarlo, en llenarte de Cristo.