Sentiste que Dios te llamaba y te acercaste a Él en obediencia. Tuvieron un encuentro y te habló. Recibiste palabra acerca del propósito de tu vida, tu llamado, el futuro brillante de tu casa y familia, y la luz que resplandecerá, las vidas que serán bendecidas por medio del ministerio donde Dios te posicionará para usarte. Comenzaste a caminar en pos de la visión.
Pero algo sucedió por el camino. Pruebas. Batallas incomprensibles.
De repente, miras a tu alrededor, pero no logras ver a Jesús por ninguna parte. El Cristo que te salvó, te sanó y equipó para gloria, hoy parece que te ha abandonado. Parece que te ha dejado solo para que pelees contra la escasez, la enfermedad, la pérdida y la desesperación de sentirte incapaz de resolver ante tanta necesidad.
Es bíblico
“En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.” –Mateo 14:22-24
Luego de un tiempo milagroso en el cual Jesús alimentó a más de 5,000 personas con 5 panes y 2 peces, el Maestro mandó a sus discípulos a montarse en una barca para que fueran sin Él, aparentemente para ser azotados en las aguas. Notemos que anteriormente habían pasado por una situación similar, narrada en el capítulo 8 de Mateo. Navegaban en la barca y estaban siendo azotados por las olas y los vientos, pero Jesús estaba con ellos. El Hijo del Dios viviente se levantó y mandó a callar a la tormenta.
¿Cuál fue la diferencia? Era un tiempo diferente.
Al principio del capítulo 14 de Mateo, justo antes de que los discípulos fueran enviados solos en la barca, se narra que Herodes mandó a decapitar a Juan Bautista. ¿Qué significa eso? Juan Bautista fue el último de los profetas que anunciaría el ministerio de Jesús. Significa el final del tiempo de la profecía, para dar comienzo al tiempo del cumplimiento.
Esto implica cambios.
No te desesperes al pensar que Dios se ha cogido un receso. Notemos que Jesús no despachó a los discípulos para irse a descansar, sino que siguió atendiendo a la multitud hasta despedirlos, para luego irse al monte a orar. Pero los mandó solos en la barca porque sabía que se acercaba el día de la cruz, y para entonces los discípulos tendrían que estar preparados.
Así como la muerte de Juan Bautista fue el punto de traslado al cumplimiento, hay una muerte que se tiene que dar en tu vida para impulsarte hacia tu propósito profético.
Dios lo provoca:
Comenzaste a obedecer la Palabra. Te congregas. Te discipulas. El Espíritu Santo ha transformado áreas de tu vida que jamás pensaste poder dominar. Pero ahora, montado en este barco por obediencia, te sientes como en el medio de la nada, en alta mar, y todo a tu alrededor te es un azote. Batallas que pensaste haber ganado te vuelven a declarar la guerra. Comienzas a desesperar entre la inestabilidad del oleaje intenso.
Pero Jesús está pendiente:
“Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.” –Mateo 14:25-28
Tu fe es fortalecida
Sobre las olas intensas, por encima de las batallas, camina Cristo. Es difícil atreverse a ir hacia El bajo estas circunstancias, pero cada paso de fe que das para acercarte a la victoria es respaldado por tu Creador.
Al dar muerte a las dudas y a las opiniones personales que te aguantan, el Espíritu Santo ve luz verde para trabajar en tu vida. Te fortalece. Te guía. Te lleva directo al encuentro con Jesús.
Aunque en el proceso sientas miedo y caigas, Cristo te socorre y salva. Por cuanto tuviste fe obediente y te moviste en ella, el encuentro se dará.
Vencerás. Ya has pasado por los procesos que te han preparado para este tiempo. Para esta temporada de tu vida, es hora de perseverar hasta alcanzar el cumplimiento.