Hace 3 o 4 años atrás, tuve una experiencia maravillosa en medio de un tiempo de oración. Vivía todavía con mis padres, y acostumbrábamos frecuentemente dedicar un poco de la mañana a orar juntos. Intercediendo por nuestro futuro, tuve una visión en la que me vi caminando por una finca gigante de chinas y llevaba, agarrado de mi mano, un niño de alrededor de 4 años de edad. Al abrir mis ojos, un inmenso gozo llenó mi alma, uno que aún cargo. La visión me anima a seguir.
Aunque desconozca cómo lo alcanzaré, me esfuerzo todos los días por acercarme a ella. Por lo menos sé que uno de los elementos del sueño ya se dio: mi hijo. 😉
¿Por qué hay tantos sueños inalcanzados?
Esto es un fenómeno. Dios tiene un plan para tu nación, y en ese plan hay una parte que El quisiera que tú hagas. “¿Quién, yo?”, sí, tú. Y lo sabes. O, ¿pensabas que el sueño que cargas y anhelas ver cumplido es solo para bendecirte a ti? La bendición que viene para ti y tu casa es un asunto secundario dentro del macro de Dios, donde la salvación de la población mundial está en su mirada.
Lo que tenemos por seguro: los talentos que Dios nos ha dado, los recursos y sueños que cargamos fueron otorgados con el propósito del avance del Reino de los Cielos aquí en la tierra. De alguna forma pueden bendecir (no siempre bendicen al pueblo porque no siempre se consagran a Dios). Muchos deciden pensar que la obra no tiene que ver con ellos e invierten sus talentos y recursos en deleites. Ya ellos tendrán su oportunidad para rendir cuentas respecto a lo que se les dio.
Pero, aquellos que recibimos la Palabra de Verdad y la creemos, y nos comprometemos con la causa, ¿qué sucede que no llegamos a la meta? Analicemos a uno que sí lo alcanzó: el Rey David.
¿Qué tuvo que hacer David?
Siendo todavía muy joven, David fue ungido por Samuel para ser rey. Sin entender el llamado, emprendió tremenda jornada para poder ver el cumplimiento. Si hay una clave que se puede extraer de su historia en 1 y 2 de Samuel, es una palabra: Pactos.
Algunos de los principales pactos que rodearon a David:
- Pacto de sujeción (pacto de David). El primer pacto que David hizo fue el que conmovió a Dios desde el principio, moviéndolo a escogerlo como rey de Israel. Desde niño, la tarea de David fue pastorear las ovejas. Esto fue objeto de desprecio delante de muchos, ya que en ese tiempo se valoraba más al hombre fuerte de guerra. Cuando Dios envió a Samuel a ungir al hijo de Isaí, éste mandó a buscar primeramente a aquellos de sus hijos que pertenecían al ejército de Saúl. Jamás se imaginó que Dios había escogido al menor, al que se dedicaba a pastorear ovejas.
No fue la tarea lo que conmovió a Dios, sino la obediencia y entrega de David. El poder que carga la sujeción a Dios se notó en el momento en que David quiso pelear contra Goliat y no le fue permitido por el Rey Saúl, por ser muy joven. El argumento que le abrió el paso a la victoria:
“Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.” -1 Samuel 17:34-35
Tal vez la mayoría de los pastores, al final del día, venían a su amo con el reporte de las ovejas perdidas por las bestias del campo. Pero David no, tomó su responsabilidad en serio, por más menospreciada que fuera.
La actitud que le gustó a Dios: “Señor, yo no entiendo exactamente porque estoy aquí. No entiendo exactamente lo que pides de mí ahora mismo. Lo que sé es que debo obedecerte y hacer lo mejor que pueda en esto, confío en que ya vendrá la recompensa.”
Contestación de Dios ante esta actitud: “Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.” – Mateo 25:23
*Si notamos, en este pacto no hubo una ceremonia ni un acto público de entrega y compromiso. Este pacto se selló mediante hechos de David al obedecer y cumplir con su responsabilidad con excelencia.
2. El Pacto de Lealtad (pacto de Jonatán)
Justo después de que David se presentó ante el Rey Saúl para entregarle la cabeza de Goliat:
“Aconteció que cuando David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo. Aquel día Saúl tomó consigo a David y no lo dejó volver a casa de su padre. Hizo Jonatán un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo. Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, así como otras ropas suyas, su espada, su arco y su cinturón.
Y salía David a dondequiera que Saúl lo enviaba, y se portaba prudentemente. Entonces lo puso Saúl al frente de su gente de guerra, y era bien visto por todo el pueblo, y también por los siervos de Saúl.” -1Samuel 18:1-5
*La lealtad de David provocó la lealtad de Jonatán. La lealtad de David fue primeramente a la causa de Dios y a sus principios. Peleó valientemente contra Goliat por defender la misión de Dios: que su pueblo viviera y se expandiera.
La señal de tu lealtad, confirmada mediante tu valentía en hechos, desatará las relaciones estratégicas, los recursos y las experiencias que necesitas para acercarte a tu lugar en el reino.
- “Saúl tomó consigo a David y no lo dejó volver a casa de su padre”, “Y salía David a dondequiera que Saúl lo enviaba”- fue reclutado dentro del lugar de su llamado para comenzar su proceso de preparación para ejercer. Esto fue como resultado de su paso de fe (tendemos a esperar que las cosas sucedan al revés, que primero veamos cumplir la promesa para entonces dar los pasos hacia ella).
- “Hizo Jonatán un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo. Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, así como otras ropas suyas, su espada, su arco y su cinturón”- Jonatán tenía más razón que cualquier otro para despreciar a David, pues éste amenazaba su posición como sucesor del trono. Sin embargo, la victoria de David le demostró que eran iguales: valientes, verdaderos guerreros, persistentes, comprometidos con la causa de Dios y con su pueblo. Por eso lo acomodó en el reino: le cambió sus vestidos y herramientas de pastor por manto de príncipe y armas de guerrero. *Tus actos valientes y obedientes de fe moverán a Dios cambiar los vestidos de tu viejo hombre, poniéndote vestidos de realeza y llevándote a lugares estratégicos.
Cuando le eres fiel a Dios, te puedes apoyar en Su fidelidad, ¡que es inmensa! Puedes estar atento a los recursos que Él envía a tu disposición, los cuales a menudo llegan en las formas menos esperadas. Por ejemplo, el capítulo 22 de 1 de Samuel narra cómo David se fue a esconder en la cueva Adulam porque Saúl le andaba buscando para matarlo. En la cueva se encontró con 400 hombres endeudados que también habían ido a esconderse en la cueva. Esos 400 fueron los primeros que formaron el ejército de David que ganaron todas las batallas que pelearon.
3. Pacto a la Carne (Pacto de Saúl) (Contrario al Pacto de Consistencia, Perseverancia y Paciencia).
Generalmente, aquí es donde fallamos. Frecuentemente podemos soltar los pactos que hacemos con Dios y su santidad para retomar los pactos que respetaba el viejo hombre.
¿Por qué le fue quitado el reino a Saúl para dárselo a David?
Había una diferencia bien marcada entre las actitudes generales de David y las de Saúl que reinaba antes de él.
En el caso de Saúl, su enfoque respecto al pacto con Dios era solo en los beneficios. Al momento de ir a batalla con los filisteos, él sabía que había un sacrificio que había que ofrecerle a Dios para provocar su favor, pero no respetaba el orden establecido por Dios para ofrecerlo. Esto es similar a la diferencia entre la ofrenda que ofreció Abel y la que ofreció Caín. A Dios le agradó la de Abel porque fue la que Dios pidió (Génesis 4).
“Samuel dijo: ¿Qué has hecho?
Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se desbandaba y que tú no venías dentro del plazo señalado, mientras los filisteos estaban ya concentrados en Micmas, me dije: “Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal y yo no he implorado el favor de Jehová.” Así que me vi forzado a ofrecer el holocausto.
Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has actuado; si hubieras guardado el mandamiento que Jehová, tu Dios, te había ordenado, Jehová habría confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Pero ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un hombre conforme a su corazón, al cual ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.” -1 Samuel 13:11-14
“tú no venías dentro del plazo señalado “- Al igual que Saúl, nos cansamos de esperar.
“me dije: “Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal”- Al igual que Saúl, tendemos a excluir a Dios de nuestros diálogos internos. Pensamos que la oración a Dios es solo para momentos de suma intimidad en el hogar o en la iglesia con la congregación. El deseo del Espíritu Santo es que tengamos una relación con El, y que contemos con su consejo en todo momento. Nuestra visión es limitada al tiempo y el espacio donde estamos, y si no practicamos una comunicación constante con el Espiritu, de ninguna forma alcanzaremos la revelación profética que puede salvarnos de tropiezos y desperdicios de tiempo.
- Impaciencia
- Egoísmo
Respecto a los sacrificios:
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” -1 Samuel 15:22
Yendo al momento de la unción
“Entonces dijo Samuel a Isaí: —¿Son estos todos tus hijos?
Isaí respondió: —Queda aún el menor, que apacienta las ovejas.
Y dijo Samuel a Isaí: —Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
Envió, pues, por él, y lo hizo entrar. Era rubio, de hermosos ojos y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: «Levántate y úngelo, porque éste es.»
Samuel tomó el cuerno del aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. A partir de aquel día vino sobre David el espíritu de Jehová.” – 1 Samuel 16:11-13
El pacto inicial que hizo David, sin ceremonia, sin acto público, el compromiso que hizo de simplemente obedecer a Dios y hacer lo que se le pedía, con excelencia, fue el que abrió las puertas de los cielos sobre su vida.
¿Estás listo/a para hacer el pacto de sujeción a Dios? ¿Estás listo para ser movido/a a tu lugar en el Reino?