Sentimos coraje desde que somos sólo bebés, es parte de nuestra naturaleza. Jacques Lacan, un sicoanalista francés, enseña que consistimos de un grupo de características fragmentadas que pasamos la vida entera intentando, queriendo, ver como una personalidad uniforme y completa. Según Lacan, la agresión es el resultado sicológico de nuestra defensa contra todo lo que pueda amenazar nuestro equilibrio y hacernos sentir más fragmentados. Dado que somos todos diferentes, algunos, por coraje, pueden entrar en rabia, tirar y hasta romper objetos cercanos, y otros, ignorar por completo el sujeto causante del coraje con la intención de aparentar indiferencia. Ambos, tanto el rabioso como el apático, intentan lo mismo a través de su mismo coraje: herir.
Hagamos la distinción entre coraje e irritación. Todos nos podemos sentir irritados y heridos cuando algo o alguien obstruye nuestro paso hacia lo que deseamos y necesitamos. Coraje, sin embargo, se refiere al deseo de vengarse ante dicha obstrucción. Por ejemplo, si se te cruza alguien en la autopista, adrenalina es inyectada en tu sangre y te aumenta la presión sanguínea. Estos son sólo reacciones fisiológicas (fight or flight response) ante amenazas percibidas. Un impulso sicológico puesto en acción pudiera ser sonar la bocina, gritar o mirar intimidantemente al otro conductor. Esas reacciones sicológicas son: el coraje. Coraje también puede ser expresado indirectamente. Si pasas horas en un tapón en la autopista, y llegas a tu hogar irritado, puede que explotes con el primer comentario que te haga tu pareja o familiar.
1er paso hacia el manejo de coraje: Aceptar que fuiste herido
Esto no es tan fácil. Al ser una reacción defensiva, el coraje impide que sientas vulnerabilidad. El deseo de venganza puede sobreponerse con facilidad sobre cualquier sensibilidad. El coraje endurece el corazón para que no puedas sentir el dolor emocional. Para poder evitar esta reacción, es necesario entender cómo sucede, cómo surge, cómo nace y se desarrolla.
Supongamos que fuiste herido por alguien emocionalmente cerca de ti. Es posible que, por temor a alejar esa persona, decidas ignorar tu sincera experiencia interna. ¿Implosivo? Puede ser. El hecho de que reprimas el coraje no significa que desaparece, sólo que lo llevas a tu subconsciente, se convierte en “coraje inconsciente”. Si reprimes suficiente de esta emoción agresiva, puedes convencerte de que todo anda bien, pero llegará el momento en el cual te preguntarás por qué estás tan deprimido. Depresión, en ocasiones, es coraje hacia uno mismo.
2do paso hacia el manejo de coraje: Analiza la herida y síguela hasta su raíz e identifica cada momento en el cual te sentiste así
Este proceso es sumamente importante porque el impacto emocional de cualquier insulto en el presente es aumentado por los del pasado. Luego de reconocer la herida, haberla explorado y haber identificado todos los elementos influyentes, se puede comenzar el proceso de sanidad.
3er paso hacia el manejo de coraje: Evitar la reacción común ante heridas e irritación
Venganza inunda nuestra cultura porque inunda nuestro subconsciente. Venganza es lo que deseamos cuando fantaseamos sobre la resolución de problemas interpersonales. La raíz de la herida podría ser la humillación de un fracaso o experiencias traumáticas como abuso físico, emocional o sexual. Llámese como se llame, lo natural es sentir el deseo de defensa agresiva. En ocasiones, estos deseos salen del subconsciente y se infiltran al mundo real por medio de actos de terrorismo, violencia o hasta suicidio. Algunos pueden dirigir este coraje internamente en una forma de auto-sabotaje. Por ejemplo, coraje de un hijo hacia sus padres puede provocar una actitud de dejadez y vagancia, sólo con la intención de poderles reclamar por su fracaso en la vida.
¿Existe coraje justificable? No. Existe irritación justificable, es una emoción sincera. Pero cuando llevas esa irritación hasta un acto de venganza, te reduces al nivel de quien te provocó la herida. El coraje causa daño, sea sobre el causante, personas totalmente adyacentes al asunto o uno mismo.
4to paso hacia el manejo de coraje: Perdón
Perdonar requiere tomar la decisión de echar a un lado cualquier deseo de hacerle daño al causante de la herida y tratar de provocar que esa persona reconozca su comportamiento dañino. El proceso personal interno es de por sí suficientemente complejo, más aún cuando involucras a segundas personas. Algunos evitan la terapia sicológica porque piensan que se trata de buscarle a quién echarle la culpa. Realmente se trata de remover pensamientos negativos del subconsciente y traerlos a un plano consciente, descubierto. Mientras permanezcan estos recuerdos en un plano inconsciente, perdón será sólo una ilusión. Estudiar estas emociones con detenimiento ayudará en la elaboración de un plan de acción que te llevará hacia el perdón y la paz.
por Héctor Alfredo Millán
Referencias: http://www.guidetopsychology.com/anger.htm