Esta semana ha sido particular en mi hogar.  Me gusta compartir la mesa con mi esposo, mis hijos, nietos y amigos.  También disfrutamos comer y escogemos alimentos saludables.  Pero, esta semana hemos hecho desarreglos en la dieta.  ¡Hemos comido “fast food” y no escogimos salud sino… imagínenselo!  Pero esta no es la regla.  La regla es comer lo que nos conviene por que invertimos en nuestra salud y futuro llevando a nuestro estómago lo que debemos.

Para tener libertad hay que vivir sin cadenas, y ¿qué tiene que ver?  Mientras mejor nos alimentamos, menos necesitaremos doctores, medicamentos, procedimientos, análisis, etc.  Lo mismo es cierto para  aquello que dejamos entrar por los ojos y los oídos.

Me gusta mucho leer biografías, aprendo  de esos grandes hombres que vivieron antes que yo y marcaron el paso para otros.  Escuchaba el domingo un programa de radio donde la presentadora decía que debemos leer también de aquellos hombres que hicieron atrocidades como Hitler, Mussolini, Saddam Husein y otros a fin de educarnos y reconocer el mal y sus manifestaciones.  Bueno, los veo en el canal de historia pero no invierto mi dinero en biografías de ellos.

Un hombre que marcó a muchos fue Martin Lutero.  Este hombre se convirtió en un reformador.  El se convirtió a Cristo, por fe exclusivamente y dio impulso a la reforma protestante.  Su motivación era volver a las Sagradas Escrituras a aquellos que se habían  alejado de ellas.  Su propósito era elevar la palabra de Dios al nivel dado por Dios al crearla.  Con su esfuerzo se elevó la proclamación de La Palabra hasta convertirla en el corazón de la experiencia de adoración colectiva en las iglesias.  Según Charles Swindoll, en el libro de Pablo, él elevó el pulpito sobre el altar.  Lutero enseñó que a través de la palabra de Dios los elementos adquieren significado sacramental y que la palabra de Dios es esencial para tener una vida de libertad y gracia espiritual.

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Vivir es una experiencia maravillosa, mientras más nutro mi cuerpo, mi mente y mi espíritu de lo que vale la pena más calidad alcanzo en cuanto a mi salud física, mental y espiritual.  Vivimos bajo una complejidad de direcciones, cada día somos bombardeados con propaganda y guías para alcanzar la felicidad.  No voy a darte otra.  Así como hizo Lutero, he hecho yo y han hecho muchos, nos hemos convencido y convertido a Cristo, por fe.  Creemos en Él y en su poder libertador y decido participarte de sus maravillas.

Como te alimentas y alimentas a otros:

  1. Créele a Dios.  No fuerces nada, el tiempo es de Dios.  Esta es tu oportunidad. Dile que lo necesitas, pide perdón por tus pecados, Su sangre fue derramada por ti para perdón de pecados, acéptalo como tu único y suficiente salvador.
  1. Comparte tus experiencias.  Ese testimonio, y el compartir como eras y lo que has alcanzado ayudará a otros.
  1. No te quedes solo.  Busca un lugar donde congregarte, debe ser un lugar donde se predique la palabra de Dios sin adulterar.  Un grupo de hermanos de fe ayuda en momentos de soledad, puede ayudarte a entender procesos y te alentará cuando te falten fuerzas para continuar.
  1. Estudia La Biblia, es palabra de Dios viva y eficaz, que llegará hasta tu corazón y cambiará tu vida.
  1. No creas todo lo que oigas.  Muchos dirán ser tus amigos pero desean minar lo que has comenzado.  Tienes un objetivo, llegar a los pies del Maestro.  Tienes un propósito que Dios te va revelar, pero solo si procuras estar cerca de Él.
  1. Mantente auténtico.  Creerle a Cristo no nos hace perfectos.  Acabas de comenzar un proceso que va a tomar tiempo.  Procura vivir un día en Cristo a la vez, su paz, gozo, amor, paciencia comenzaran a hacer efecto en ti.

Todos los días necesitamos llenar nuestras necesidades; físicas, mentales y espirituales.  Decide que este día no va terminar como tantos otros.  Jesús está a la puerta, llamando a tu corazón (Apocalipsis 3:20).  Si tu le abres la puerta Él promete que entrará, tomará asiento, cenará contigo.  Esto quiere decir que tomará asiento en tu corazón, que más nunca estarás solo.  Yo creo firmemente que así como hizo con Lutero, hará conmigo y puede hacer contigo.

Si decidiste decir que sí, te felicito y me gustaría saber de ti.  Hasta ese momento que Dios te bendiga.

Nydia