Todas las relaciones significativas son probadas. Relaciones entre padres e hijos, relaciones con nuestros líderes, relaciones de pareja… Si nos damos cuenta, mientras más significativa es la relación, mayores son las pruebas que retan su futuro.  

En cuanto a las relaciones de pareja, las estadísticas demuestran que la tasa de divorcios en los Estados Unidos ha disminuido desde el 2000. Aun así, reflejan que entre 40% a 50% de los matrimonios terminan en divorcio.

Uno de los factores que más afecta las relaciones de pareja son las contiendas o el mal manejo de un conflicto.

Una contienda es una lucha, un enfrentamiento o una discusión.

¿Se dan discusiones entre parejas? ¡Claro! Tendremos diferencias, opiniones y formas distintas de hacer las cosas. Creo que una excelente meta en la relación es aprender a resolver nuestros conflictos de manera saludable, donde cada parte sea escuchada y tomada en cuenta, y donde se puedan dar las negociaciones que resultan en resoluciones y acuerdos a favor de la relación y la familia.

El peligro es cuando la contienda se vuelve más común que la conversación amena. Cuando llegamos a este punto, ¿podría haber una causa espiritual? ¿Existe un espíritu de contienda?

Esta semana le pregunté esto al Señor y me dirigió hasta un relato de la Biblia:

“Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel.”

-Números 25:1-3

Para mí, esto es una historia trágica. Murieron muchos ese día, pues el pueblo provocó la ira de Jehová al adorar al ídolo Baal-peor.

¿Qué tiene esto que ver con relaciones de pareja?

Para comenzar, los hombres llegaron a adorar a Baal-peor porque se dejaron seducir para acostarse con las mujeres de las tierras vecinas. La fornicación o sexo fuera de matrimonio siempre afectará la relación matrimonial futura, pues borra las líneas que marcan lo apropiado y protegido por Dios. Cuando el desorden no se corrige antes del matrimonio, siempre tendrá sus consecuencias. Por eso vemos matrimonios en conflicto por asuntos de pornografía y demás influencias desordenadas.

Segundo: ¿No había mujeres en el pueblo de Dios? ¡Claro que sí! El acto desordenado de estos varones afecta las posibilidades de relaciones futuras con las mujeres israelitas. Incluso, el texto no especifica si todos los hombres de este relato eran solteros. Es posible que algunos cometieron adulterio ese día.

¿Quién es Baal-peor?

La palabra Baal significa deidad. La palabra “peor” en su lenguaje original significa: abrir brecha o abrir espacio. En otras palabras, es un espíritu que causa división entre dos cosas.

Aplicado a la relación de pareja, es un espíritu que provoca separación.

¿Cómo se resolvió el conflicto?

“Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión. Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano; y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel. Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil.”

-Números 25:6-9

Es lamentable, pero el desorden siempre trae muerte, de alguna forma u otra.

Me parece interesante que la mortandad o el juicio cesó cuando murieron estas dos personas. ¿Quiénes eran estas dos personas?

“Y el nombre de la mujer madianita muerta era Cozbi”

-Números 25:15

Era una mujer de los pueblos vecinos. La palabra “Cozbí” en su lenguaje original significa: pelea y contienda.

Esta mujer representa la tentación que llevó a los israelitas a la adoración a Baal-peor, y el nombre de esta mujer significa contienda. Baal-peor significa separación. En otras palabras, la contienda fue lo que los llevó a la separación.

Para que pueda regresar la paz, tiene que morir la contienda.

Me parece interesante que quien cargaba la contienda era la mujer. No quiero generalizar, pero tengo que reconocer que generalmente, los hombres tendemos a evadir las confrontaciones en la relación de pareja. Cuando surge una discusión en el matrimonio, es más probable que el hombre se encierre en sí mismo, intente cambiar el tema o simplemente huya.

La mujer, por lo contrario, es más probable que coja fuerzas en medio de una discusión. En ella, fluyen los argumentos con una gracia superior.

Hay un Proverbio que describe el peligro de este panorama:

“Dolor es para su padre el hijo necio, y gotera continua las contiendas de la mujer.”

-Proverbios 19:13

Pero no podemos olvidar que para pelear se necesitan dos personas. El día del relato en Números 25, la mortandad no cesó hasta que murieron ambos, la mujer y también el hombre. ¿Quién era ese hombre?

“Y el nombre del varón que fue muerto con la madianita era Zimri”

-Números 25:14

La palabra “Zimri” significa: tocar para hacer música.

Tenemos que reconocer que, para que se manifieste la contienda en una relación, si la mujer comienza una discusión, tiene que haber un hombre que toque y entre en armonía con la pelea. En otras palabras, si la mujer comienza a alzar la voz, se va a requerir un hombre que también alce la voz con argumentos agresivos para que la situación pueda escalar a mayores niveles de coraje.

Yo reconozco que no siempre es la mujer quien comienza la discusión, pero el principio aplica igual. Sea quien sea, si una persona comienza una discusión, la otra persona tiene que participar para que la pelea pueda continuar. El asunto aquí es: ¿Cómo participo en la discusión? Si hago armonía con la contienda, pues entonces la pelea puede escalar a niveles dañinos para ambas partes.

Aclaremos esto: Contender no es resolver el conflicto.

Contender es luchar, implica un intento por ganar una batalla.

Pero el enfoque de una discusión de pareja no debe ser ganar una batalla. ¡No somos enemigos! ¡Por pensar así es que nos herimos! Nos enfocamos tanto en buscar y lanzar argumentos que nos den la razón, que terminamos ofendiéndonos. Terminamos atacando áreas sensitivas. Ahí es donde vemos el espíritu de contienda en acción, porque todo lo que proviene del enemigo es destructivo.  

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”

-Juan 10:10

¿Cómo lograron resolver el conflicto?

Finees lo resolvió.

Finees fue el hombre que terminó con las vidas de Cozbí (Contienda) y Zimri (Armonía con la Contienda). Incluso, Dios lo honró:   

“Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él; y tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel.”

-Números 25:10-13

La palabra “Finees” en su lenguaje original significa: boca de serpiente o sonido de serpiente. El sonido de la serpiente es un silbido, es un sonido suave.

Aquí está la clave: Para vencer al espíritu de contienda, se requiere sabiduría para operar en el espíritu contrario: un espíritu apacible.

La paz es fruto de una relación con el Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). Nuestro trabajo entonces es canalizar nuestras emociones descontroladas a través de la oración y el ayuno, desahogándonos con el Señor en lo secreto y buscando sabiduría en Su palabra. Con las estrategias que encontramos en la intimidad con Dios, ahora podemos tener conversaciones diferentes con nuestras parejas, conversaciones enfocadas correctamente.

El enfoque de una discusión de pareja no debe ser ganar una batalla. El enfoque debe ser resolver un problema para restablecer la paz en el hogar.