Hablemos un poco sobre Job, el personaje de la Biblia que a mi entender fue el hombre más probado, después de nuestro Señor Jesucristo.

Para darles un poco de contexto, Job había sido atacado por el enemigo en todas las áreas de su vida. Había perdido sus bienes materiales, todos sus hijos murieron (sí, todos) y finalmente, perdió su salud (Job 1-3).

Por encima de todo eso, lo fueron a visitar unos “amigos” con la supuesta intensión de consolarlo, pero se enredaron con él en interminables discusiones en las que Job constantemente tenía que defenderse de sus acusaciones. (Con amigos así, ¿quién necesita enemigos?)

Luego de capítulos y capítulos de discursos llenos de acusaciones, defensas y desahogos, encontramos estos versículos, que me parecieron un tesoro:

“Ah, si fueran grabadas mis palabras, ¡si quedaran escritas en un libro! ¡Si para siempre quedaran sobre la roca, grabadas con cincel en una placa de plomo! Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte. Y, cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos. Yo mismo espero verlo; espero ser yo quien lo vea, y no otro. ¡Este anhelo me consume las entrañas!

-Job 19:23-27

Lo que me impresionó de este discurso fue: ¿De dónde sacó Job esa esperanza en medio de su tormento?

El Señor me llamó la atención a varios elementos esperanzadores del texto y hoy voy a compartirles uno de ellos: Mentalidad de Hacedor de Historia.

Dentro de su sufrimiento, Job pudo reconocer algo: todo este dolor tiene que valer para algo, Dios no permitiría que esto fuera en vano.

En medio de su lucha interna por mantener la cordura, prevaleció en Job un pensamiento: “Si fueran grabadas mis palabras, ¡si quedaran escritas en un libro!”

Job lo que estaba diciendo: mi desempeño en esta prueba, es digno de ser documentado.

El Apóstol Pablo describe esta actitud de la siguiente forma:

“Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres”

-2 Corintios 3:2

En otras palabras, la carta y el mensaje de mi vida está siendo leído… ¡por todos los hombres!

En cada generación, hay al menos 2 tipos de personas: Los espectadores y los hacedores de historia.

Job tenía una mentalidad de vencedor y hacedor de historia. Una persona con una mentalidad de Hacedor de Historia piensa así:

  • Dios no permitió esto por puro capricho, mi proceso no es en vano.
  • Mi vida sirve un propósito mayor.
  • Dios me está usando para marcar mi generación con un testimonio de fe y perseverancia.
  • Tengo que permanecer hasta vencer porque mi victoria va a servir de testimonio para inspirar a muchos.
  • Mi vida está impactando la humanidad.

Job nos demuestra que esta mentalidad de fe nos llenará de esperanza y nos dará fuerzas para pelear y perseverar en medio de la batalla.

Recuerda: En donde quiera que Dios te haya puesto, estás ahí para impactar a alguien. Alguien te está mirando. Puede que sea un hijo, una pareja, un amigo, un familiar, un vecino o un compañero de trabajo. Alguien cercano está pendiente, estás inspirando a alguien.

Tu Proceso No es en Vano.

Tu proceso representa capítulos importantes en tu generación. Se hablará de ti en la próxima generación, se hablará de tu fe y perseverancia. Tu testimonio servirá para inspirar y fortalecer a muchos que te rodean e incluso a muchos que vendrán después de ti, así como el testimonio de Job nos inspira hoy.

Vencer es una mentalidad. Pensemos como Job: Me pueden quitar mis finanzas, mis relaciones y mi salud… pero no me pueden quitar mi mente.

Mi mente está gobernada por Dios y Su palabra dice:

“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”

-Romanos 8:37

Job fue un más que vencedor y luchó hasta finalmente ver su milagro completo. Si Dios lo hizo con él, lo puede hacer contigo también.

Esta breve reflexión es parte de un mensaje que prediqué recientemente, titulado “Esperanza en la Tormenta”, puedes ver el mensaje completo aquí: