“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.”

– Juan 21:15-16

Este relato nos presenta 2 etapas o niveles de madurez que vemos en una persona que comienza a formar parte de la congregación: Corderos y Ovejas.

Nivel 1: Cordero

El cordero es el bebé o la cría de la oveja, especialmente la que no pasa de un año. Se alimenta de la leche de su madre hasta los tres meses. En la iglesia, representa a los que todavía solo pueden tomar leche materna, enseñanzas bíblicas suaves y básicas. Se ahogan con alimento sólido: Todavía no entienden o se resisten a los principios de Reino y a la palabra para la formación de carácter.  

A los 90 días de haber nacido, el cordero es destetado. En el proceso de madurez del creyente, debe llegar al punto de ser destetado: comenzar a alimentarse uno mismo, abrir la Biblia durante la semana, comenzar a estudiar libros de la Biblia por su propia cuenta.

Me parece curioso que los corderos, a los 90 días ya comienzan a alimentarse solitos, ¡igualito que los cristianos de hoy! 

Entre sus depredadores, se destacan los lobos, zorros, perros, aves de rapiña y cerdos salvajes. El cordero está en constante amenaza y peligro. El cordero es presa fácil porque es liviano, hasta un ave de rapiña lo puede atacar y levantar para comerlo. Aplicado a la iglesia, al creyente le conviene crecer, porque el peso nos protege. Mientras más Biblia “comamos”, más palabra entenderemos y más peso espiritual tendremos. De esa forma, no seremos presa tan fácil ante los ataques del enemigo.

Encontré un dato curioso sobre el cordero: Cuando el cordero se siente amenazado, se vuelve torpe y puede morir de pánico. Aplicado a la iglesia, “morir” representa muerte espiritual. Ante las amenazas, los “corderos espirituales” (los más inmaduros) se apartan más fácilmente del camino del Señor. Cuando están atravesando procesos personales, uno los busca entre el rebaño y no están.

“Mueren de pánico”- pánico es una manera débil de manejo emocional, el carácter todavía no está bien formado ni fortalecido. No hay mucho dominio propio, no hay mucha determinación para mantenerse firme en las cosas de Dios. Los procesos de la vida les afectan mucho y se dejan llevar por las emociones. 

Los corderos requieren más atención. Los pastores tienen que estar constantemente dándoles seguimiento: “Te extrañamos en el culto”, “¿Estás bien?”, “No te apartes”, “No te enfríes”, “Dios tiene propósitos contigo, no te quites”, etc. 

Todo esto es normal en las etapas iniciales de un creyente.

Nivel 2: Oveja

La oveja es un mamífero, un animal doméstico del cual se hace un extenso aprovechamiento de su leche, la lana que lo recubre y su carne que en algunos países es sumamente apreciada. Aquí vemos una de las diferencias principales entre los corderos y las ovejas: la oveja da mucho fruto.

Esto distingue la oveja del cordero: El cordero solo consume, la oveja ya aporta en la iglesia.

Cuando vemos un creyente que comienza a dar el fruto del espíritu (Gálatas 5:22-23) y también comienza a interesarse y aportar por el bienestar de la congregación, se ve que está madurando.

Los corderos, ovejas y carneros se agrupan en manadas, siempre con la guía de un líder.

Aplicando esto a la iglesia, los creyentes fuimos diseñados para desarrollarnos en manadas, en grupos, en congregación, siendo parte de la iglesia y bajo la dirección de pastores. Esto es lo que distingue a las ovejas de las cabras: el sentido de pertenencia. Hay muchos cristianos que ocasionalmente visitan una iglesia, pero no se comprometen en su casa espiritual. Estos no se pueden catalogar todavía como corderos, ni como ovejas. Son “visita” todavía y se comportan más como cabras, saltando de aquí para allá, comiendo de los pastos cerca de diferentes rebaños, pero sin comprometerse en ninguno.  

Es posible que un creyente de cierta madurez retroceda a la etapa de cordero, porque en el proceso de crecimiento espiritual, madurar es una decisión.

Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”

-Hebreos 10:39

Este breve estudio es parte de un mensaje que prediqué recientemente, titulado “Job no tuvo Iglesia (P1)”, puedes ver el mensaje completo aquí: