IMG350He tenido grandes luchas de fe en estos días.

Hoy es el día #11 de nuestra estadía en el hospital. A mi hijo de casi 5 meses lo operaron para reconectarle el intestino con el colon luego de haberle hecho una colostomía cuando nació. Seguimos en Intensivo Pediátrico porque luego de esta última operación, su intestino se paralizó y no ha vuelto a funcionar. Los médicos dicen que es normal, pero no por tanto tiempo. Tienen varias teorías respecto al íleo paralítico. Dicen que podría ser por las complicaciones que hubo durante la cirugía, o que podría ser debido a que Ale (Héctor Alejandro, nuestro bebé) nunca ha usado su colon, o finalmente, que podría tener una condición congénita que impide el desarrollo celular. Luego de mil estudios, mañana le van a hacer una biopsia para echarle un vistazo más de cerca.

Interesante, ¿no?

Ha sido una pesadilla. Creo que el asunto de la fe lo hace más interesante aún. Mi esposa y yo llevamos orando por esto desde que nos enteramos de la obstrucción en el intestino hace alrededor de 10 meses. Sí, recibimos la noticia desde antes del parto. El doctor que nos explicó el panorama, tal vez por suavizar el asunto, nos describió el asunto como uno muy común que se resolvía con una operación muy simple.

Oramos con fe para que Dios removiera la obstrucción durante el embarazo y declaramos el nacimiento de un niño completamente sano. Sin embargo, a lo mejor por haber aceptado la simplicidad descrita por el doctor, internamente descansamos en que la condición podía ser fácilmente manejada por la medicina.

¡Sorpresa!

Ale nació con la obstrucción. Hubo complicaciones en el parto y más complicaciones en la primera cirugía, donde no se pudo corregir la obstrucción. Las primeras 3 semanas de la vida de Ale fueron residiendo en Intensivo Neonatal. Fue dado de alta, solo para tener que regresar al hospital casi 4 meses después para tratar de finalizar el proceso. Estos últimos 4 meses de tener a mi hijo en casa han sido una verdadera bendición. Estos últimos 10 días han sido de llanto y desespero. Agujas para muestras de sangre, agujas para sueros en ambas manos, ambos pies, ambos lados del cuello, ambos antebrazos, 5 o 6 en la cabeza, una vena central en el muslo y ayer una en la yugular, un frío imposible, sin tomarse un biberón desde hace 12 días y con solo poderlo coger en nuestros brazos 2 o 3 veces desde que llegamos, ha sido una aventura psicológica, espiritual y emocional.

No me puedo quejar

Yo sé que nuestra situación no es la más difícil. En nuestra primera estadía en Intensivo Neonatal, logré cierta amistad con el papá de unas gemelas preciosas que habían nacido a los 5 meses de embarazo. Una de ellas, Andrea Camila, murió ahí en el hospital. Al día siguiente le pedí permiso al papá para ir a orar por la sobreviviente luchadora, Camila Andrea.

Al lado del cuarto donde estamos ahora, hay un bebé que han tenido que resucitar varias veces ya desde que estamos aquí.

Vivimos aquí, y aquí hay mucha aflicción

Jesma (mi amor) y yo nos hemos turnado quedándonos por las noches con Ale en el hospital. Ambos somos estudiantes (yo, maestría en consejería con especialidad en rehabilitación y desarrollo vocacional, y Jesmarie un doctorado en psicología clínica), así que mi mamá y mi suegra nos han relevado las noches que ambos tenemos clase (gracias mami y Maritza).

Han sido días se profunda reflexión. He podido ver cómo abunda la aflicción en nuestra tierra. Una gran porción de nuestro pueblo vive atado a la enfermedad. No hablo solo de los pacientes. En este Centro Médico de Río Piedras se ha establecido todo un mercado en medio de esta comunidad de apoyo. Entre pacientes, familiares, amigos, doctores, patólogos, técnicos, trabajadores sociales, enfermeras/os, secretarias/os, choferes de ambulancias y demás sistemas de transportación, coordinadores de servicios, policías y guardias de seguridad, he aquí una comunidad establecida sobre la aflicción de la enfermedad.

Mucho movimiento. Comerciantes con mesas de venta de dulces típicos, artículos hechos en cuero con facilidad para marcar con tu nombre o mensaje, accesorios para mujeres, restaurantes, bancos, tiendas de artículos de primera  necesidad, farmacia… todo lo necesario para sustentar una comunidad.

Pero los domingos por las mañanas se ve la más pura esencia de este lugar. La mayoría de los coordinadores y técnicos solo trabajan de lunes a viernes. Igual que los comerciantes. Quedamos los familiares de los pacientes. Los que no queremos dejar a nuestra gente sola.

Miro las caras de los que bajan a la cafetería a desayunar. Vivimos aquí, en esta aflicción. Mamás y esposas…

Todos manteniéndonos, tratando de mantener la fe y la esperanza de que pronto saldremos de aquí con los nuestros. Bien, en salud.

Qué hacer ante la aflicción

Honestamente, yo pensaba que Dios esperaba que nosotros alabáramos en medio de la aflicción. Lo había escuchado en una predicación y aunque nunca entendí cómo hacerlo, lo recibí. Pensé que podíamos alabar a Dios en ese momento porque podíamos confiar en que su voluntad es perfecta y que tiene propósito con todo. He tratado de pensar en eso ahora. Pienso que Dios está enseñándonos una lección de paciencia, fe, dependencia y confianza. Pero en muchas ocasiones nos ha faltado el ánimo para alabar.

Que conste, no hemos perdido la fe. Mi esposa conoce a Cristo hace más de 11 años, yo hace más de 8. Somos ministros y hace mucho tiempo que Dios nos confirmó que es real (mediante testimonios, experiencias de contacto directo, liberación, restauración y sanidad, personales y también de personas muy cercanas). Para nosotros, no cabe en la mente que todo esto es porque Dios no existe. Pero sí nos ha atacado la rebeldía.

Hemos pensado que no vale la pena servirle a un Dios que permite esto a sus hijos.

Encontré este pasaje hoy:

“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.” -Santiago 5:13

Dios no pretende que te pongas una sonrisa falsa mientras sufres la prueba. Pretende que te mantengas en oración. Que te mantengas en contacto. Es en el contacto que puedes escuchar su voz  y enterarte de su plan.

Y créelo. Tiene un plan.

Yo lo creo

Creo que me está procesando. Él me preparó para esto. Hace alrededor de 2 años atrás, en los comienzos de una gran prueba en la cual yo confrontaba un aparente fracaso, Dios me habló por medio de profeta y me dijo que me estaba procesando. Cuyo proceso era de preparación para fortalecer mis brazos, para poder sostener la bendición que Dios depositaría sobre mí. Casualmente, Dios puso en el corazón de Jesma hacer un ayuno de 40 días que terminamos el 27 de enero 2013 (sí, hace como 2 semanas). Pensábamos que el resultado de este ayuno se vería de otra forma, pero Dios sabía lo que hacía. El ayuno nos hizo ver que podemos vivir de cierta forma sin comida, sólo dependiendo de la presencia de Dios. Aprendimos a depender de Cristo y vimos su provisión.

Se avecina una primavera

Han sido tiempos fríos estos. Tiempos de invierno. De escasez y aflicción. Pero me mantengo porque he escuchado de muchos que retroceden en este punto, y vuelven a vivir vidas “normales”. Cambian de trabajo y dedicación. O se mudan. Intentan huir.

Pero la noche es más oscura justo antes de amanecer.

Estoy muy cerca ya como para retroceder. Raya el alba de la mañana.