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Esta foto fue tomada 8 días después de la operación.

Día 2 después de la 3ra operación de mi hijo. Día 24 de nuestra segunda estadía en el hospital desde que nació. En sus 5 meses, Héctor Alejandro sólo sabe expresar su dolor por medio del quejido en llanto y el retorcer de su pequeño cuerpo. Hoy debe ser el día más difícil. Entre la soñolencia de la morfina, anoche sólo despertó unas 4 o 5 veces para llorar. Ahora al medio día, parece que no encuentra cómo dormir ante su incomodidad. A ojos cerrados, lleva varias horas en una queja constante que divaga entre un llantito y un grito desesperado.

Más morfina. Pero sin resultado observable.

Su rostro morado ya de tanto llorar.

Hace más de 3 semanas vinimos al hospital y le eliminaron la colostomía. Le reconectaron el intestino con el colon. Ayer le desconectaron el intestino del colon nuevamente para volverle a hacer la colostomía porque sucede que Ale tiene una condición llamada hirschsprung. Corregir el asunto será más complicado de lo que todos esperábamos.

La prueba es la batalla

Hemos estado prácticamente viviendo en el hospital. Mi esposa y yo nos turnamos quedándonos con Ale. Anteanoche mi suegra se quedó con nuestro bebé en el hospital porque mi esposa y yo tuvimos clase. Aprovechamos para cenar y compartir luego de clases, ya que llevamos más de 3 semanas viéndonos solo para almorzar.

Ayer, antes de regresar, meditaba sobre el propósito de Dios en todo esto. Luego de hacer mi devocional mañanero (leo un capítulo de la Biblia, reflexiono y oro), mientras preparaba el desayuno, le preguntaba a Dios qué quería que hiciera. Dios me recordó la batalla de Israel contra Amalec en el capítulo 17 de Éxodo.

Dios había acabado de usar a Moisés para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Ahora, tras haber comenzado su jornada en el desierto hacia la tierra prometida, se verían en batalla contra los amalecitas que los amenazaban. Moisés envió a Josué con hombres de guerra a pelear y subió a un monte con Aarón y Hur.

“Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.” -Éxodo 17:11

¿Cuál es la importancia que Dios vio en las manos de Moisés?

En las iglesias constantemente se nos pide que levantemos nuestras manos en señal de victoria, o en señal de entrega y dependencia, o como si estuviéramos esperando algo de Dios. Pero sentía que el Espíritu me inquietaba acerca de lo que Dios hace con nuestras manos.

Dios las usa.

En medio de la batalla, ganamos mientras nos dejamos usar por Dios. En el momento en que dejamos que el cansancio nos domine y retiremos nuestras manos del servicio a Dios, perdemos la batalla.

Eso me enseñó mucho acerca de la batalla en sí.

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” -Efesios 6:12

Yo le pido a Dios que sane a mi hijo todos los días. Llevo casi un año haciendo el mismo clamor. Pero ver la batalla como Dios la ve me hizo pensar en todas las personas que se han acercado a Dios por causa de la salud de Héctor Alejandro. Amigos, familiares, personas que casi no conozco y muchos que nunca he conocido me han comunicado a través de llamadas, mensajes de texto, en persona, por Facebook, email y Twitter, que han estado orando por mi hijo. Muchos de ellos han sido blancos de intercesión en mis propias oraciones cuando oro para que Dios los alcance, para que sus corazones sean vueltos al Padre.

Ale, en sus 5 meses de vida, le ha evangelizado a más personas que yo en 9 años de convertido. Efectivamente.

¿Qué sucedería ahora si me dejo llevar por el desánimo y el cansancio? ¿Qué sucedería si me dejo llevar por el coraje que a menudo siento y decido alejarme de Dios? Todos lo verían. Tal vez les daría pena conmigo por la aflicción de la prueba. Seguramente la mayoría de ellos “me entenderían”, pero se retirarían de su recién encontrada práctica de fe.

Perdería.

¿Por qué incomoda la prueba?

Indiscutiblemente, la prueba incomoda. Pero podría incomodar por 2 razones muy distintas: (1) por lo desagradable que es persistir en la batalla o (2) por lo desagradable que es abandonarla. Darse por vencido, tirar la toalla. Dar vuelta atrás.

¿Cómo discernir entre si te sientes incómodo por estar en la prueba o por haberla evadido? Vacío vs llenura. Mientras estás dando la pelea, te acompaña un sentido de autorrealización que te llena de la seguridad de que estás haciendo todo lo posible. Poco después de rendirte, te invade una gran incertidumbre, un vacío en tu corazón ante la realidad de que jamás sabrás cómo pudo haber terminado el asunto si solo hubieras persistido un poco más. Jamás verás el color ni la forma de esa victoria, su extensión y alcance, si abandonas la batalla.

La prueba principalmente es de perseverancia. Retoma las riendas. Vuélvete a poner los guantes. Sigue peleando.