En nuestro segundo artículo hablamos de la forma en que los empleados de la industria de manufactura en Puerto Rico han tenido la habilidad y la flexibilidad para aumentar su contribución a las operaciones de plantas de alta tecnología a la par con el incremento en su complejidad (particularmente en equipos y maquinaria de producción). Ciertamente, nuestra gente ha dado la milla extra para exceder las expectativas de cientos de compañías de Estados Unidos y otros países que han invertido en Puerto Rico. Y en su gran mayoría las corporaciones matrices han mejorado las ganancias como resultado de sus decisiones.
Por varias décadas en el Siglo XX la manufactura generó empleos directos e indirectos incrementales con muy buenos salarios y beneficios marginales. Cientos de compañías locales de servicio y proveedores a la industria de manufactura también crecieron y generaron ganancias para sus dueños. Lamentablemente, el incremento en empleos se detuvo a principios del Siglo XXI y cambió su tendencia en menos de diez años hasta reducir el nivel de empleo directo por entre 80,000 y 100,000 empleos.
¿Qué pasó en estos últimos 50 años que redujo el nivel de empleo en manufactura? Esta pregunta puede ser contestada de manera distinta pues hay muchas estadísticas que pudieran apoyar cada explicación posible. El libro “The Economy of Puerto Rico” 2006, por The Brookings Institution y el Centro para la Nueva Economía contiene varios puntos de vista sobre este asunto. Es innegable que manufactura opera en un clima de competencia a nivel global y que las corporaciones multinacionales tienen como meta reducir sus costos, por lo que sus operaciones tienen gran movilidad. También debemos considerar que las barreras que protegían los mercados (clientes) se han ido nivelando con los tratados de comercio regionales. Algunos de estos tratados son: NAFTA o el Tratado de Libre Comercio de Norte America que benefició a México y Cánada, CAFTA que incluyó a la República Dominicana y países de America Central , y la Comunidad Europea que impactó a los países de Europa.
Otro factor presentado por economistas reconocidos es que los países ganan mercados para sus productos especializándose o capacitándose para obtener ventajas competitivas. No podemos asumir que estas ventajas son estáticas o garantizadas, pues los muchos países competidores en busca de crecimiento económico hacen “benchmarking” para igualar lo que antes daba diferenciación a los líderes. En el siglo pasado Puerto Rico tuvo ventajas en salarios bajos, que luego cambió al acceso libre (de arbitrios) al mercado de Estados Unidos, luego vinieron los incentivos contributivos (Empresas 936 y 901) y ahora que estamos en busca de ser reconocidos por la capacidad para absorber nueva tecnología y conocimiento (Economía del Conocimiento). Pero no estamos solos, otros países luchan por esa misma ventaja: Estados Unidos con sus zonas de alta tecnología cerca de universidades con una reputación por innovación y empresarismo, y las naciones que hace tiempo compiten con Puerto Rico, como Singapur e Irlanda.
Tenemos una gran necesidad de implantación de nuevas estrategias para fomentar ventajas noveles para fomentar la manufactura en Puerto Rico. Un factor importante es que tengamos más plantas de dueños locales para que las ganancias de esas operaciones permanezcan en Puerto Rico para ser reinvertidas en otras oportunidades locales. También podemos fomentar innovación en maquinaria y tecnología que podamos vender a las empresas establecidas aquí y a otras plantas alrededor del mundo (particularmente a países en Sur America que están en etapas más tempranas que nosotros). Pudiéramos seguir el ejemplo de países como Alemania e Italia que tuvieron en un momento una ventaja enorme en el diseño y construcción de equipos y maquinaria. Las nuevas estrategias que sean implantadas deben ser consideradas como ventajas temporales y no descansar en la búsqueda de más oportunidades.