Puerto Rico es uno de los lugares donde se registra una alta cifra de “apartados”. Apartados se les conoce a las personas que se congregan, posiblemente tengan roles activos en la iglesia y pasado un tiempo deciden no congregarse en ningún lugar. Para mí, esa es la mejor descripción de una persona apartada. Otros dirían que son personas que deciden alejarse de Dios. No me gusta utilizar esa descripción porque no puedo establecer claramente los límites que constituyen estar lejos de Dios. Gente que se congrega y que tiene roles activos en la iglesia pueden estar lejos de Dios (Isaías 29:13). De la misma forma creo que personas sin congregarse y sin conocerle formalmente pueden esforzarse por estar más cerca y agradarle (Hechos 8:30-31).
Tras buscar la razón del apartarse, he hallado un denominador común para la mayoría de los casos. Estas personas fueron heridas por los líderes.
¿Quiénes son los líderes?
Los líderes son las autoridades que se establecen en las iglesias para hacer el pastoreo más efectivo (Exodo18:13-23). Aunque no nos agrade la forma en que lideran, son autoridades puestas por Dios y encontraremos bendición al someternos a la autoridad en sus manos (Romanos 13:1-2).
Se podría pasar por alto que los líderes tienen una gran responsabilidad. Deben dar cuentas a Dios por nuestras almas (Hebreos 13:17). Y todo lo que hacen sin quitar de perspectiva que son seres humanos como tú y como yo. La única diferencia es que han comenzado su jornada. Han decidido aceptar el compromiso a pesar de sentirse incapaz o de toda la responsabilidad que esto implica.
¿Un excelente líder no falla?
Noé fue el único ser humano que hallo gracia delante de los ojos de Dios, en un tiempo histórico donde la maldad se había multiplicado. Dice la biblia que Noé era justo, perfecto y que caminó con Dios (Génesis 6:8-9). No obstante, Dios, le pide a Noé que haga un arca. Un arca sin nunca haber llovido parecería una locura (Génesis 2:5-6). Así lo hizo Noé (Génesis 6:22). Luego del diluvio y del pacto de Dios con Noé, comienza este a labrar la tierra y planta una viña. No cabía duda de que Noé amaba a Dios, pero probablemente le faltó un poco de astucia; porque se le fue la mano con el vino aquel día (Génesis 9:20-21).
¿Falló Noé? De seguro que sí. Estaba molesto y avergonzado cuando regreso en sí. Sabemos que hemos fallado en algo cuando nos sentimos molestos o avergonzados; lo mismo les sucedió a Adán y Eva (Génesis 3:10). Fallar no implica que Dios nos descarta; significa que nos falta aprender algo. Vale la pena identificarlo porque más adelante seremos probados en la misma área a ver si ya aprendimos lo necesario para seguir avanzando.
¿Cuál es mi responsabilidad como alguien bajo autoridad?
Cubrir las faltas (Génesis 9:23). Es importante señalar que las faltas y el pecado son cosas distintas. Las faltas son flaquezas de carácter que están en proceso de ser trabajadas. El pecado es todo aquello que Dios aborrece. Siendo humanos, es difícil no involucrar las emociones en el asunto, hacer una evaluación personal y salir herido. No cometamos el error de muchos otros que hoy se han apartado. Veamos a nuestros líderes como autoridades que han sido establecidas por Dios y que somos complementos para ayudarlos a cumplir su propósito en la vida. Mientras colaboramos al cumplimiento del propósito de otro, se va cumpliendo el nuestro.