Luché más de 2 años por levantar un negocio. Me apasionaba el proyecto, pues por medio de él ponía en práctica gran parte de mis talentos. Era una revista, me apasionaba la idea de poder comunicarme edición tras edición con más de 10,000 personas. Me esmeraba por escribir mensajes esperanzadores, llenos de la palabra de Dios, también enseñanzas universalmente aplicables sobre finanzas personales, manejo emocional y actividades recreativas sanas.
Luché, principalmente, contra los efectos sobre mi casa de las pérdidas económicas de las operaciones. Yo tenía un sueño, y difícilmente desistiría. Sin embargo, mis mejores esfuerzos por aumentar las ventas a penas se acercaban a cubrir los gastos.
Luego de una evaluación sincera, sentí más paz en la idea de desistir que en la de seguir perseverando. Había intentado ser objetivo anteriormente, pero dado a que estoy completamente sujeto a mi experiencia personal, las emociones arraigadas a mis esfuerzos reforzaban mi impetuosidad.
Sin saberlo, me estaba castigando
Hasta mi cuerpo ya me estaba enviando señales de que cada día que persistía, sufría. Se me comenzó a caer el pelo, subía y bajaba de peso de forma irregular, me fatigaba… sé de casos que por no detener el asunto a tiempo, condiciones cardiacas y hasta el cáncer pueden surgir.
Mi familia era azotada. Perdía noches planificando, buscando formas de salir a flote. Mientras tanto, nos acomodábamos en la inestabilidad de un nivel socioeconómico de cierta pobreza.
He visto la luz
En el capítulo 5 de Hechos, los fariseos mandan a buscar a los apóstoles para intentar impedirles que continuaran enseñándole al pueblo. Sin embargo, se levantó uno llamado Gamaliel, fariseo y doctor en la ley, y les hizo esta declaración a sus colegas:
“…mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.” -Hechos 5:39
En mis esfuerzos apasionados por hacer lo que pensaba que Dios quería que hiciera, luchaba contra Dios. No veía su bendición porque luchaba contra su voluntad. Desde que desistí, he visto cómo la mano del Todopoderoso ha sustentado a mi familia. He visto la apertura de nuevas puertas de oportunidad. Estoy teniendo mayor éxito en mis estudios y en el centro de rehabilitación donde hago práctica, pude estar con mi familia tras un proceso arduo y extenso de 2 cirugías en mi hijo de 6 meses, y recientemente recibí la notificación de aprobación de financiamiento para un proyecto comercial de MUCHÍSIMO más potencial.
Persistimos
Persistimos en comportamientos porque pensamos que hacemos lo correcto. A menudo tenemos ese momento de lucidez en el cual nos percatamos del carácter erróneo y equívoco de nuestros esfuerzos, pero puede que no encontremos forma de hacer el cambio de dirección. Nuestros comportamientos pueden estar reforzados por rencores, conductas aprendidas, relaciones, frustraciones, sueños, pasiones, soledad, e inclusive la fe. Para poder llegar al camino de la bendición, requerirá cierta muerte.
Requerirá estar dispuesto a matar lo “bueno” que conocemos para poder darle vida a “lo mejor” que desconocemos.
Evalúa
Creo que ha habido propósito en todo lo que viví con la revista impresa. Aprendí muchísimo acerca de la industria de las comunicaciones, la publicidad, la planificación, los mercados, la gente y el internet. Pero parece que fue solo un proyecto de temporada, algo que debía hacer por un tiempo para adquirir ciertas destrezas que de más ninguna otra forma las adquiriría. De la misma forma, hay experiencias en las cuales podemos entrar con las mejores intenciones y cuyo propósito podría ser de aprendizaje. Sin embargo, de persistir en ellas, nos podrían estar haciendo daño.
¿Qué resultados te están rindiendo tus esfuerzos? ¿En qué estás perseverando? ¿Tus acciones te acercan o alejan de la meta final?