Jesús mismo fue bautizado por Juan en las aguas. Con eso marcó una diferencia entre el antes y el después de su vida. Hubo un poder que se desató desde los cielos cuando se cumplió el orden establecido:
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” -Mateo 3:16-17
Así también se desata el respaldo de Dios sobre sus hijos cuando cumplimos con su orden en nuestras vidas.
Por qué nos bautizamos en las aguas
Nos bautizamos para dejar el pasado atrás, para dejar todo lo que nos separaba de Dios. El viejo hombre muere en las aguas, así como Jesús lo dejó todo en la cruz por nosotros. Así nos conectamos a su muerte, muriendo nosotros también en las aguas, juntamente con Él. Al levantarnos de las aguas, nos conectamos con Su resurrección, entrando nosotros también en un nuevo tiempo, resucitando con Él a una nueva vida; como saliendo nuevamente de un vientre.
Ahora vivir es libertad, porque es en plena conexión con Él, de quien emana toda vida, fuerza y poder.
“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” -Romanos 6:4