Quiero agradecer el privilegio de encontrarnos a través de este medio. Escribir se ha convertido en una pasión y saber que tendré lectores dispuestos a hacerle el honor a mis letras me complace grandemente.
Sentirnos complacidos y ser bendecidos corren de la mano. Yo soy grandemente bendecida y es nuestra intención en Lo Esencial, compartir nuestras bendiciones con ustedes. La vida fluctúa como un péndulo, un día estás arriba y al siguiente solo Dios sabe. Volver a subir después de haber descendido bajo es correr contra la fuerza más fuerte que nos afecta naturalmente, la fuerza de gravedad. Pagar por nuestros errores que nos llevaron bajo y reanudar la vida es una tarea de difícil reconocimiento. El proceso de ascender es esforzado y cansón. Alcanzar el lugar original de la caída cuesta: trabajo, actitud, fuerza, valentía y arrojo. Bueno, entre otras cosas.
En mi desarrollo físico, emocional y social, descuidé el espiritual, fue un error que pagué muy caro. Aprendí que, en el huerto del Edén, Dios bendijo después de cada cosa que creaba. Después de crear el hombre y antes del pecado que lo separó de Dios, este estableció una bendición. Esta definía las bases emocionales, cívicas y sociales. Vayan y llenen la tierra y gobiernen sobre ella. Sean ustedes los que gobiernen los peces, las aves y sobre todo animal. Divertido, excitante, retante, emocionante y todo lo que termine en ante. Esta es una bendición que define, desafía y envía a reflejar al creador de la vida en todos los órdenes de esta.
Una bendición por definición es el efecto del reflejo de Dios en su creación. Es llenar de beneficios un ser u objeto con el propósito de que se convierta en fuente de mayor bendición para otros. Las bendiciones que vienen en nuestro paquete al abrir los ojos al mundo jamás serán posibles de cuantificar, medir o describir. Son beneficiosas, necesarias, oportunas, maravillosas y nos diferencian del resto de la creación. La potencia y el impacto de las bendiciones, es que son temporales y atemporales, son tangibles e intangibles y Dios las tiene disponibles para todos.
Las bendiciones podemos experimentarlas y desconocer que estamos disfrutando de ellas. Cada vez que disfrutas de una bendición, la experiencia es tan única como la niña de tus ojos. El año 2020 ha sido un año de confrontar nuestros parámetros de vida, nuestros valores y principios. Estoy segura de que más de una vez te has preguntado por qué este periodo ha sacudido toda plataforma de comodidad; salud, política, familia, finanzas, conocimiento. Todo aquello que sostenía nuestra confianza, ha sido confrontado. La respuesta se la pediremos a Dios cuando nos encontremos con El.
Las bendiciones de Dios nunca fueron diseñadas como escudo contra el dolor, el sufrimiento o como amuleto. En este tiempo de reconocimiento de nuestra dependencia de Él, tenemos que enfocarnos en lo que viene y aprender de lo vivido para cambiar lo que podemos cambiar y bendecir todo. Cuando aprendí este concepto mejoró mi estado de paz y gozo personal. Bendecir los buenos tiempos es fácil, pero bendecir las situaciones de escasez, enfermedad y privaciones, esa es harina de otro costal.
Las bendiciones de Dios son la solución a cada problema mayor que enfrentamos, es la respuesta a tus oraciones más intrépidas y a esos sueños que ni te atreves contar. Dios no bendice para que almacenes y eleves tu nivel de vida, siempre ha sido su intención hacer de nosotros una nación grande, bendecirnos para bendecir y bendecir a través de nosotros las naciones de la tierra.
Por lo tanto y como tengo el espacio contado y medido, los invito a contar bendiciones y a compartirlas. Nuestra invitación es a procurar la visión de Dios; si Él puso una coma, no escribas tú un punto final. Sin duda en este periodo de distanciamiento social, físico, familiar, económico y ministerial, Dios está animando a cobrar fuerzas y empoderarnos con Su poder.
Sin duda hay que hacer sacrificios y ajustes. Dar por gracia aquello que por gracia recibimos es un placer y una obligación. Ninguna bendición es privativa, a Dios le interesa bendecir el conjunto del pueblo donde ha posicionado sus hijos y determinó hacerlo a través de ti y de mí.
Para terminar, la bendición mayor que hemos recibido la obtuvimos envuelta en pañales, se llamó Emanuel, Dios con nosotros. Con la llegada de Jesús al mundo, hizo todas las cosas nuevas y ahora no es solo Dios con nosotros sino en nosotros y por nosotros, por el poder de la resurrección. Por lo tanto, cada una de sus bendiciones eternas nos pertenecen. Multiplica las bendiciones que recibes, compartiéndolas con todo aquel que se te ponga de alguna manera cerca.
Te bendecimos en el nombre de Jesús y confiamos en que esta bendición rompa la barrera del tiempo y del espacio y que retorne a cada uno de nosotros con fuerza y poder.
Para servirles siempre,
Nydia Millán
Pastora Asociada- Centro Cristiano Alcanza