hijo-prodigo-detalle

Imagen de addedvalues.wordpress.com

Oímos hablar de la parábola del hijo pródigo (Lucas 15) y pensamos que el hijo fue pródigo porque se quiso ir de la casa de su padre. Lo relacionamos a aquellos que deciden alejarse del camino de Dios, ¿no? ¿Los “apartados”? Pero lo que hizo pródigo a este joven fue que le pidió su herencia a su padre y se fue a malgastarla “en deleites”.

En ese sentido, no nos vayamos tan lejos: las iglesias están llenas de hijos pródigos. Creyentes que deciden invertir su herencia celestial, sus dones y talentos, en actividades fuera de la casa del Padre, fuera del reino.

Le sucedió algo al hijo cuando se fue a gastar su herencia en la ciudad: su herencia se hizo nada. Terminó pasando hambre. El hambre tipifica el vacío que viene como resultado de invertir nuestros esfuerzos en los medios equivocados. Al contrario, cuando regresó a la casa de su padre, fue recibido con un banquete.

Invierte tu herencia en el lugar para la cual fue diseñada, en el reino, en la perfecta voluntad de Dios, y será multiplicada.

 

Bendiciones,

Héctor Alfredo Millán