Pasada la semana santa, por cierto, una muy especial. Mucha Palabra de Dios fue predicada y su efecto en nosotros está presente y presionando para que actuemos sobre lo que escuchamos y las acciones que nuestro espíritu aguarda a sentir. Lo primero que podemos concluir es que debemos determinar un rumbo de acción.
Elegir un grupo de creyentes afines al cual unirte es tan importante como la casa donde determinarás reunirte. ¿Qué determina el lugar y el grupo? Definitivamente se me ocurre que la doctrina. La doctrina se resume en las enseñanzas y está formada por ese grupo de ideas que producen la individualidad de un grupo doctrinal.
Para que una doctrina sea sana o verdadera, tiene que estar fundamentada en la Palabra de Dios, o sea La Biblia. Tomar la determinación de llegar hasta ese lugar pudiera confrontar nuestros paradigmas.
Las preguntas se amontonan en nuestra cabecita, EN SUS MARCAS, nuestro corazón no avanza a dar la señal, LISTOS, y el gobierno no ha dado el permiso para salir, FUERA. Para completar el panorama de indecisión, son muchas las alternativas. Lo sabemos.
Todos los que hemos decidido dejar la comodidad del aislamiento social para invadir las redes sociales con mensajes del Reino de Dios, con mensajes de Salvación y Redención; lo hicimos en agradecimiento a ese Jesús del que hablamos y predicamos en este tiempo.
Igual que ustedes, todos los que hoy anunciamos buenas nuevas estuvimos en la misma barca; cómodos, incompletos, temerosos, inseguros, convencidos que este es el estilo de vida que nos tocó vivir. Unos sentimientos y emociones contradictorias que determinaban la toma de decisiones y dejaban un sabor agridulce en la mente y el corazón porque un momento me sentía bien y al siguiente cualquier situación adversa dominaba mis pensamientos y las emociones me detenían y podían incluso paralizarme. Una decisión cambió mi vida. Este cambio ha sido la mejor inversión de vida y este ha sido el motor que me ha movido para predicar a tiempo y fuera de tiempo.
La puerta de la oportunidad ha tocado tu vida. La Palabra ha sido lanzada y está provocando incomodidad en ti. Este es el tiempo de las decisiones, decisiones de vida, de procurar la vida abundante que todos sabemos que existe en algún lugar para nosotros. Existe un libro maravilloso en la Biblia que se llama el libro de Eclesiastés, en su capítulo 3, entre otras cosas, dice:
Para todas las cosas hay un tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su tiempo
Tiempo de nacer y tiempo de morir
Tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado
Tiempo de matar y tiempo de curar
Tiempo de destruir y tiempo de edificar
Tiempo de llorar y tiempo de reír
Tiempo de endechar y tiempo de bailar
Tiempo de esparcir las piedras y
Tiempo de allegar las piedras
Tiempo de abrazar y tiempo de alejarse de abrazar
Tiempo de agenciar y tiempo de perder
Tiempo de guardar y tiempo de arrojar
Tiempo de romper y tiempo de coser
Tiempo de callar y tiempo de hablar
El tiempo es un bien muy valioso. Para cada uno de nosotros, la medida de tiempo es la misma: 60 minutos por cada hora y 24 horas por cada día. Todos sabemos cómo hemos aprovechado o desaprovechado, apreciado o mal invertido el que hemos tenido y hasta dónde nos han llevado estas decisiones.
Ningún minuto puede ser repetido. Esta no es la totalidad del capitulo 3, el libro completo es una joya. El Señor Jesús vino en su tiempo, hizo su obra y nos dejó a su Iglesia la tarea de hablar en su nombre. Nuestro trabajo en este tiempo fue hecho, por eso estás tú leyendo. Lo mejor de tus temporadas está a tu alcance. Ahora toca tu tiempo. Aprovéchalo, hay una iglesia cerca para servirte. Contáctalos. Te aseguro que lo mejor está por llegar a tu vida.
Te bendigo en el nombre de Jesús.
-Nydia Millán