Es un día muy caluroso y solo podemos concluir que el verano llegó. Vivimos llegando a conclusiones interesantes, definitivas o de poco peso. Para propósito de este artículo nos referiremos a esas conclusiones que marcan nuestras vidas, nuestro entorno y futuro. La forma más fácil para resaltar esta afirmación es incluyendo un ejemplo.

La vida del padre de la fe, Abraham, es el ejemplo que utilizaré. En el libro del Génesis aparece un hombre llamado Abramam, recibió un llamado especialmente particular. Este llamado requería dejar atrás su familia, sus posesiones y todo lo que para él era conocido y que dirigiera sus pasos a un lugar que solo podía imaginar, por una convicción de futuro abundante y enriquecedor. Dejar el mundo conocido con solo la certeza en su corazón de que habría un lugar, una recompensa y un futuro, fueron su gasolina para el viaje al nuevo mundo.

¿Qué fuerza desconocida movió este varón? En un tiempo donde los conceptos de Dios y de la fe eran escasos, ¿por qué para Abram eran razones y no sazones?

Estoy en un compromiso conmigo de crecer en la fe. Este compromiso me lleva a leer, buscar, indagar y preguntar sobre lo que me causa inquietud. Este hombre que vivió hace tantos años es uno de esos ejemplos de vida que me retan.

Las conclusiones a las que he llegado puede que para algunos sean cuentos y para otros, historias irrelevantes. De todas formas, quiero compartirlas. Este hombre aprendió a creer. Aprendió a vivir con la certeza en su corazón de que, Dios sí existe, que es grande, que es Todopoderoso, que es fiel, que es justo, que cumple sus promesas, que nunca nos deja solos, no nos desampara, siempre llega a tiempo y muchas otras atribuciones impresionantes más.

Abram entendió en su espíritu que Dios escoge, llama y capacita. Quedó convencido en su mente, alma y espíritu de que Dios le habló. Empaquetó su familia y comenzó a peregrinar.

Este viaje y sus resultados le han valido a este héroe el sobre nombre de “padre de la fe”. Las conclusiones a las que he llegado y que impulsaron este artículo se resumen de la siguiente manera.

  1. Vivir sin fe es imposible. Todos creemos en alguien y en algo. Lo importante radica en decidir dónde depositamos nuestra confianza, certeza, convicción y esperanza.
  2. La fe es una cualidad que requiere abono. Ese abono se obtiene de procurar los recursos adecuados de palabra, instrucción y relaciones que nutran y operen en el mismo plan y sendero.
  3. Decidir ser ejemplo para los que nos acompañan en este camino que llamamos vida y dejar un legado para los que vienen detrás, tiene que ser el objetivo de vida. Para cumplir nuestra misión, debemos rodearnos de personas que crean y vivan de la misma forma que nosotros.

¿Qué no es la fe?

  1. La fe no es magia o amuleto. No funciona por sí sola.
  2. La fe no es una emoción ni deseo de que todo salga bien.
  3. La fe no produce vacuna contra las circunstancias, ni provoca que todo se resuelva como esperamos.
  4. La fe no es una actitud fortuita para aliviar la carga de tus procesos.

En el cap. 22 de Génesis vemos a este plantador de semilla de fe, lidiando con un gran problema. Tenía una crisis existencial, sus cimientos estaban siendo confrontados. Podemos imaginar que dentro de sus pensamientos había incertidumbre, que llegó a sentir su despropósito al no ver el cumplimiento de lo esperado.

La lucha interna que experimentamos todos ante una amenaza de gran pérdida lo pudo haber llevado a pesar la idea de abandonar la misión de vida, a pensar en no luchar más, a imaginar que todo lo trabajado había sido en vano. Cuando atravesamos momentos difíciles, es natural contemplar la idea de soltar nuestro sueño y preguntarnos “¿por qué a mí?”.

Pero este hombre que lleva el reconocimiento de vida de parte de Dios de ser “el padre de la fe” nos dejó un legado a seguir:

  1. Sometió sus emociones. El miedo fue dejado en la almohada.
  2. Continuó aun cuando no entendía lo que le esperaba.
  3. Se levantó de su pena.
  4. Se preparó para otro día de batalla. La batalla se da peleando.
  5. Tomó lo que entendió era menester para enfrentar los retos del día y el resto lo tomó en poco.
  6. Cortó las relaciones que no se ubicaron al nivel de exigencia del momento. Los que no creen, no crecen y llegan a decir lo que no nos conviene escuchar.
  7. Salió porque entendió que encerrado no se resuelven las exigencias de la vida y no se alcanzan sueños.
  8. Fue donde tenía que llegar. Su angustia no se quedó en la casa. Lo acompañó. Su ritual mañanero de oración y su compromiso de vida para con él y los suyos seguían siendo la gasolina. Esto se conoce como vivir con fe, por fe y en fe.

La fe demuestra cuan convencidos estamos de que, en medio de la crisis, Dios sigue siendo Dios. En el nombre de Jesús te exhorto a que confíes, este modelo de vida es reproducible en la tuya. Te invito a leer ese capítulo en Génesis y a entender que la duda es natural y la fe es espiritual. No tienes que entender tu entorno, ni todo lo que sucede.

Hoy me gustaría que pudieras ver en este artículo que esta crisis solo vino para confrontar nuestra fe. Confía y camina. Con Cristo, por Cristo y en Cristo vamos a superar este tiempo. Te bendigo y te exhorto a comunicarte si necesitas oración, orientación y ayuda. No estás solo.

Quedo a tu orden,

Nydia Millán- Pastora Asociada, Centro Cristiano Alcanza en Coamo, Puerto Rico