Es fácil enfocarnos en lo que nos falta cuando a nuestro alrededor solo se escucha pandemia, Corona virus, malversación gubernamental, desempleo, muertes y privación de las libertades que antes tomábamos en poco.

En los más de quinientos años de historia de los puertorriqueños, siempre nos hemos caracterizado por la pasión y el esfuerzo que añadimos a las situaciones que nos aquejan. El mundo está atravesando una situación peculiar y desconocida para nosotros como generación, una a la cual se le ha permitido experimentar: guerras, lunas rojas, terremotos, huracanes clase 5; pero también tecnología que facilita la calidad de vida, vivir una vida ni siquiera soñada por nuestro padres y abuelos pues no alcanzaban a visualizarla.

Nosotros, como pueblo soñado por un Dios que tiene cuidado de los suyos, hemos sido dotados por una cualidad que nos diferencia del resto del mundo. Esta cualidad es necesaria y efectiva para salir adelante y demostrar que el deposito de fe con el que nacemos, crece, se desarrolla y se multiplica para formar una muralla de protección en contra de todo designio de muerte o derrota. Se llama optimismo.

Optimismo se define como una teoría o filosofía que afirma que el mundo es el mejor de los mundos posibles. Se deletrea como actitud para juzgar y ver las cosas en su aspecto más favorable.

El optimismo de los boricuas se siente en el ambiente más cargado, hostil y/o amargo. Cuando el mundo se derrumba, nosotros echamos mano de esta característica que corre en nuestros genes y la convertimos en un don que no se acaba. Buscamos hasta encontrar el potencial en lo insignificante y convertirlo en ideas que a nadie se les ocurren. Esta capacidad ha hecho de personas normales seres extraordinarios. La generosidad que parecía perdida después del huracán María ha resurgido en nosotros los buenos puertorriqueños para dejar de lado el yo y pensar a largo plazo en el nosotros.

El optimismo es abundancia de paz y multiplicación de la fe. La contraparte del optimismo se conoce como pesimismo, es queja que contamina el alma y el espíritu hasta llevarlo al desasosiego. Los pesimistas hablan en tiempo pasado y permiten que este pasado pronostique el futuro. El pesimismo convierte a unos en tacaños y avaros, a otros en corruptos egoístas.

Esta mentalidad de escasez ha sido injertada en nuestros líderes gubernamentales a través de años de desconfianza en el Dios verdadero y elevado el dios dinero, el dios del yo y el dios del miedo a sitiales de gobierno y sus posturas y valores sociales y culturales hasta el nivel que a muchos les parecen aceptables e incluso deseables. Los ideales de vida han evolucionado en dirección contraria a los preceptos de Dios y permitido que valores culturales nos posean. Las posesiones poseen a los que las poseen y el deseo de poseer parece insaciable e inagotable.

Con el paso del tiempo muchos de nosotros hemos escondido el optimismo en un cajón y no nos hemos ocupado de buscarlo. Con el tiempo el modelo de vida ha perpetuado en muchos que una vez fueron optimistas el ideal inalcanzable de saciar el yo quiero.

Sintonizamos nuestros aparatos televisivos en canales noticiosos para enterarnos de lo que sucede a nuestro alrededor y sabemos que es necesario hacerlo, pues ni podemos ni queremos estar ignorantes del quehacer noticioso. De esa misma manera es menester decidir cuando es suficiente y empezar a vivir como Dios desea que lo hagamos para alcanzar ese nivel de fe y optimismo que muchos han perdido u olvidado.

El tiempo que Dios ha separado para regresar a nuestra vieja manera de pensar, vivir y actuar es ahora. Todos hemos sido testigos que los retos que unas personas lanzan a otras para cantar, bailar, coser, jugar y más a través de las redes sociales. En mi carácter personal admiro aquellos que idean formas creativas de gastar el tiempo. En lugar de maldecir el tiempo de aislamiento y añorar lo que no tenemos, la creatividad ha aflorado, pero te aseguro que el clímax de esa creatividad no ha llegado a los pies de Jesús.

El Reto

Hoy desde esta plataforma lanzo un reto: agradece y bendice este tiempo de forma creativa y publica tu hazaña. Escribe una carta a aquella persona que ya no está en este mundo para recibirla y dile cuan importante fue para ti y los tuyos.

El reto incluye mirar y ver a largo plazo. Si en tu familia, miras y no ves optimismo como una forma de vida, decide cambiar lo que ves. Habla palabras diferentes a las que encontramos de seguido en las redes y los medios de comunicación. Para poder lograrlo he aquí un detalle. Tienes que pensar diferente primero. El optimismo requiere sensibilidad, pensar en el bien de los demás, pensar en grande, pensar en dar de ti.

Pensar a largo plazo es la finalidad de este reto. La actitud de los boricuas no puede perderse por un virus que tiene más propósito del que jamás imaginamos. Nuestra imaginación magnifica el presente porque nos trae constantemente a él, esto nos lleva a restarle importancia a la eternidad. Aun en este tiempo de aislamiento, los minutos las horas y las semanas transcurren. Vamos a quitarle poder al presente, este es el reto. Piensa que el presente sí se agota. No es un recurso inagotable.

Lo que estamos viviendo tiene fecha de expiración, yo no se cual es, pero no importa. Lo realmente importante es lo que Dios ha dicho de nosotros, de nuestra familia, de nuestro país y sobre todo de nuestros descendientes. Lo que debe permanecer en nuestros corazones es el valor del tiempo y en que vale la pena invertirlo.

Piensa en grande a la hora de aceptar el reto. ¿Cómo deberíamos vivir? ¿deberíamos acostumbrarnos a vivir de la queja y la desesperanza? ¿deberíamos mantener nuestra identidad de pueblo de Dios?, ¿será importante mantener un corazón agradecido?

Tu legado es eso, grande. Piensa en grande, vive en grande y deja legado que perpetúe con tus decisiones de hoy, el plan que Dios tiene para el mañana. Estamos llamados a crear cultura de vida abundante, a hacerlo conscientemente. Si Dios dijo que así se debe vivir así perpetuamos en los nuestros el estilo de vida.

La generosidad es un subproducto del optimismo. Nace de él. El corazón del optimista rebosa esperanza y este ingrediente no puede faltar en la familia puertorriqueña. Pensar a largo plazo y sus repercusiones te permitirán aceptar el reto y dar lo mejor de ti en el intento. De hecho, apunta la fecha y la acción porque veras en tus generaciones más bendiciones de las que jamás pensaste. Y si tus ojos físicos no alcanzaran a verlo, con dejar por escrito tus determinaciones impactarás la mente y el corazón de aquellos que viviendo situaciones similares determinen ser de aquellos que viven para bendecir a otros. Lo harán porque un día un buen puertorriqueño determinó hacer la diferencia.

El optimismo llevará a más de uno a saltarse una comida por el bienestar de otros. Te reto a alzar la voz por lo que es correcto, hace falta una gran valentía para alzar la voz por lo que es correcto.

Te reto a que seas conocido y recordado por apoyar y no por criticar. Deja ya de maldecir y vive para iluminar el mundo con los principios del Dios vivo. Edifica en tu casa, familia y vecindario con palabras y hechos que definan quien eres. Te reto a compartir las bendiciones heredadas de aquellos que creyeron que con la ayuda de Dios se derriban muros y sale a luz la corrupción y la maldad. Vamos a emular a aquellos que estuvieron antes que nosotros en situaciones difíciles y no claudicaron en sus principios, sino que decidieron creer por mejores tiempos. Con la ayuda del Espíritu Santo alcanzaremos a edificar un mejor mañana.

Para aceptar este reto es necesario recordar que Dios tiene más fe en nosotros que nosotros mismos y que Dios espera y confía en que tú decidas ser de gran bendición para los que están cerca de ti.

Espero ver el resultado del reto.

La paz del Señor Jesús sea con todos.

-Nydia Millán

Nydia Millán, Dic 2011