“cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.”
-Marcos 5:27-28
La mujer del flujo de sangre, cuando se enteró que Jesús estaba cerca, pudo haber seguido con sus rutinas; con sus mismos lamentos de siempre y con sus mismas actividades diarias.
Pero no. Ella alteró sus planes por Cristo. Ella cambió su camino ese día y se arriesgó por su milagro.
Muchos cristianos hoy quieren que el milagro llegue a ellos, sin ellos tener que hacer ningún cambio en sus vidas.
Pero yo le estoy creyendo a Dios que se levanta una iglesia violenta que se atreva hacer cambios y arriesgarse por Cristo. Una iglesia dispuesta a arrepentirse delante del Señor, con la convicción de que al tocar el borde de Su manto, todo puede mejorar.