385384_10150600821175299_1976560720_nEl peso que tiene una mujer sobre sus hombros es mucho en la sociedad del siglo XXI. Comencemos por el hecho de que se espera que una mujer estudie, trabaje, pueda resolvérselas sola, sea madre de su pareja, haga ejercicios, y sobre todo que mantenga imperante su belleza y su sexualidad. Cuando se decide casarse se añaden más presiones como: agradar a la pareja, mantener todo limpio y ordenado, dividir el tiempo libre y seguir siendo aquella que enamoró al que es hoy su esposo. Si se elige ser madre, entonces sí que comienza una nueva gama de tareas, responsabilidades y preocupaciones. La primera interrogante que cruza por mi mente es: ¿verdaderamente podré cumplir con todas estas responsabilidades?

La respuesta debería ser afirmativa.

“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” – Génesis 2:18

Una ayuda idónea se refiere a una ayuda adecuada. He escuchado que también idóneo significa: “alguien que sabe más”. La mujer fue creada con la capacidad de completar tareas que el hombre no puede hacer o tareas en las que necesita ayuda. No quiere decir, de ninguna manera, que la mujer depende del hombre para tener una vida propia. Quiere decir que somos necesitadas: importantes.

Mi responsabilidad

“Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.” -Génesis 2:21-22

El hombre, como todos sabemos, fue creado del polvo. Sin embargo, la mujer fue hecha del hueso. Mayor fuerza, mayor resistencia. La única cosa de la creación que Dios hizo con sus manos fue la mujer. Necesitaba hacer algo especial. Cuando Dios pensó en hacerle al hombre una ayuda idónea, buscó entre todo lo que ya había creado y no encontró nada apropiado.

¿Por qué escoger una costilla?
Si fuera porque había muchos huesos iguales allí, pudo haber sacado a la mujer de los falanges (huesos de los dedos). Posiblemente la sacó de la costilla porque es un lugar donde nadie se daría cuenta de que falta algo allí, nadie lo reconoce, pero es una de las piezas más importantes porque protegen el corazón. Esa es una de nuestras tareas: proteger el corazón de nuestro esposo. No causar malestar, ni cansancio cuando le amamos.

Cómo protejo su corazón

Hay varios hechos acerca de los hombres que nos pueden arrojar un poco de luz:

  1. A los hombres les importa más lo que hacen que lo que son. Es decir, su identidad está basada en lo que pueden hacer. Por eso es que siempre compiten. Sienten la responsabilidad de proveer para la familia, de resolver problemas que requieran fuerza o habilidad.
  2. Los hombres valoran el respeto. Les mostramos respeto cuando pensamos bien lo que vamos a decir antes de hacerlo. Cuando consultamos las decisiones, aunque haya que debatir por la diferencia de opiniones. El respeto surge como una muestra de amor y de estima. Creo que es importante puntualizar que cuando tenemos una diferencia que produce ira, una de las cosas que tendemos a hacer es a difamar a nuestro cónyuge. En esos momentos podemos encontrar todos los defectos que posee. El error se encuentra en compartir esta información con terceros. Pasado el coraje, nos reconciliamos y podemos olvidarlo todo otra vez porque el amor cubre multitud de faltas. Los que tienen un poco de problema borrando aquella descarga de ira son los terceros. En última instancia lo que conseguimos es dañar la relación de nuestro esposo con terceras personas sin que ellos sospechen porqué. Cuando tengamos una diferencia, entre más rápido se resuelve directamente, mejor.
  3. Puede que no hablemos el mismo idioma. Todos sabemos que los hombres tienden a ser directos y las mujeres indirectas; pero ambos queremos el mismo resultado. Las mujeres pensamos que con ser indirectas estamos siendo más dulces y nos molestamos cuando no vemos resultados. Los hombres no tratan de ser crueles, sino de decir las cosas como las sienten. Si entendemos esto, cada petición no se debe convertir en una pelea.