La cultura de una organización se establece y se regula mediante las 2 “P”: Lo que el Liderazgo Promueve y Permite

1. Lo que se Promueve: los valores y las actitudes que se Promueven van formando cultura. Es responsabilidad del Liderazgo Promover y comunicar claramente estas formas de operar que se desean en la organización.

2. Lo que que se Permite: Es importante reconocer que los valores Promovidos por el Liderazgo, serán probados (y posiblemente retados) por la organización. ¿Por qué? Para probar el compromiso con los valores promovidos.

Por ejemplo: Cuando el Liderazgo promueve la Honra como valor importante en la organización, es posible que entre el grupo se manifieste algún tipo de deshonra o falta de respeto, tal vez propiciado inconscientemente por la persona que provoca el conflicto, pero es un proceso necesario en el establecimiento de la cultura de la empresa para ver si el Liderazgo lo va a Permitir. Si el Liderazgo lo permite, entonces no hubo un compromiso real con el valor promovido.

Aplica de igual forma con todos los valores promovidos, como la Excelencia o la Responsabilidad: podrían ocurrir eventos en el grupo donde tareas se hicieron de forma mediocre o se incumple con fechas límites, esto para ver si el Liderazgo lo va a permitir.

Cada vez que el Liderazgo permite que se rompan los estándares y “le pasa la mano” a personas que no se alinean a los valores promovidos, se va contaminando la cultura organizacional. De no tomar acción, podría llegar al nivel de convertirse en una cultura tóxica, donde generalmente no se opera en niveles de excelencia, no se rinde cuentas, no se asume responsabilidad y todos buscan a quién echarle la culpa por la baja productividad.

Podría ser complicado tomar acción

Se corrige con amor y con paciencia, pero en ocasiones habrá personas que simplemente no querrán alinearse. La pregunta con la cual choca el Líder es: ¿Se sacrifica a la persona por querer salvar a la organización, o se sacrifica la organización por querer salvar a la persona?

Por: Héctor Alfredo Millán